Aprobación del Pabellón y Escudo Nacional en el Tercer Congreso reunido en el templo de la Encarnación el 25 de noviembre de 1842, bajo la presidencia de don Carlos Antonio López.
Óleo sobre lienzo de Guillermo Ketterer pintado en 1957.

viernes, 16 de julio de 2010

COSMOGONÍA, TEOGONÍA Y RELIGIÓN DE LOS GUARANÍ (EN VERSIÓN DE LOS PAÏ-TAVYTERÄ )

Por Tadeo Zarratea


            El presente artículo contiene una aproximación a la religión de los Guaraní, a su cosmogonía y teogonía; a sus creencias y prácticas religiosas, con algunas referencias a su cultura general, fuertemente enraizadas en estas creencias, dada su condición de sociedad teocrática. Ya fue publicado en el Suplemento Antropológico, Revista del Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica de Asunción, en su volumen XXVI, Nº 2, en diciembre de 1991, bajo el título de: “La religiosidad Guaraní/Paï-Tavyterä”; pero esta versión se halla corregida y actualizada. No contiene citas ni referencias de autores porque es producto exclusivo de mis averiguaciones personales con los líderes religiosos de la parcialidad Paï-tavyterä; grupo guaraní que habita el Departamento de Amambay, en el norte de la región oriental del Paraguay; donde se encuentra bien organizada y distribuida en aproximadamente 30 comunidades. El último censo nacional de población realizado en el 2002,  registró un total de 6.447 individuos pertenecientes a esta etnia.


            Separaciones de grupos por causas teológicas

            Sostengo la tesis, aún no confirmada, de que la discusión religiosa que proviene de la interpretación diferente de la oratura  sagrada, es lo que ha dividido a los Ava-guaraní en varias parcialidades, 53 en total según el último recuento hecho por María Agnes Härdle en Alemania. La parcialización y diferenciación de los guaraní, con la consiguiente dialectalización de su lengua, se origina en la separación física de los grupos en el ámbito geográfico, causadas generalmente por la puja por el liderazgo  político o religioso, pero al final éstas no son tan definitorias como la cuestión religiosa. Los indígenas de las diversas parcialidades de la familia lingüística de los Ava-guarani tienen sus pequeñas y grandes diferencias entre sí, sobre la interpretación de lo que nosotros denominamos “la oratura sagrada”; y cuyo nombre en dialecto Paï  es “Arakuaávy” (el conocimiento del mundo)Es un conjunto de relatos sobre la auto creación de Dios en el cosmos, su pasión o proceso de revelación, la creación del mundo por Él, la de la tierra, de las cosas, del hombre y de la mujer.  Trata también de la cuestión del alma, de su inmortalidad o mortalidad y del destino de la persona humana en este mundo; su misión, su rol y su calidad de pasajero en esta vida. Es un relato oral que no termina de narrarse en 40 días con sus noches incluidas, según los Paï.

            He conversado mucho con los Paï-Tavyterä  durante mis servicios al indigenado como Abogado y acompañante de campo de los Agrimensores, cuando mensurábamos los asientos de la Comunidades Indígenas en la década del 70, con el fin de asegurarles jurídicamente la posesión del hábitat. A través de dichas conversaciones descubrí que tienen severas diferencias con los Ava-Katuete (Chiripá), del Kanindejú, el grupo guaraní  más próximo a ellos, perteneciente a la misma familia lingüística, pero que interpretan los textos sagrados de modo diferente. Y es una cuestión que lleva  a posturas prácticamente  irreconciliables por la firmeza con que sostiene cada parcialidad su creencia.  No configura un fanatismo religioso, al menos a mi juicio, pero  indudablemente es una cuestión dogmática que hace emerger convicciones religiosas muy profundas.


Cosmogonía Guaraní

            Según la cosmogonía Paï, en el principio no había absolutamente nada en el cosmos, salvo una sustancia neblinosa, impalpable, llamada “Jasuká”. Esa sustancia acuosa y transparente como fina llovizna, es la materia primigenia; y en medio del Jasuká  surgió una voz humana. Esa voz era un canto que fue creciendo, desarrollándose, y atrajo sobre sí a la luz, y la luz  finalmente le da forma de materia; esa materia toma forma humana. El ser que allí se revela es el primer hombre, el que fue perfeccionándose mediante su propia voz. Ese cuerpo iluminado iluminó todo su entorno y fue apareciendo cada vez más claro en medio del Jasuká. Él se revela a sí mismo mediante su propia palabra. “Ha’e ojepapá.  Él informa, da cuenta de su propia existencia al mundo, porque de otra manera nadie podía tener conocimiento de Él. Y Él hace que aparezca la tierra bajo sus pies.

             Para crear la tierra Él cuenta con un elemento fundamental que se denomina: Mba’e Marangatú. Un objeto parecido a dos caminos en cruz que trae consigo, lo instala  en el lugar donde Él aparece y sube a posarse sobre el mismo. Allí, sobre esa encrucijada, Él crea bajo sus pies la primera tierra; fue creándola con su palabra, con su voz, con su canto, su danza y su oración. Allí, en el cruce mismo de esos dos caminos es donde está el centro de la tierra y también es allí donde se construyó la primera casa del Paï. Allí tuvo su origen todo el universo. Allí estuvo cantando y bailando con su mbaraká (sonaja) el Creador de todas las cosas y en la medida que se movía la tierra fue ensanchándose bajo sus pies. “Oipyrira ko yvy” – dicen- expresión que significa: “fue haciendo crecer la tierra hacia delante” y cuando Él se iba de costado, la tierra también se extendía al costado, acto que se describe diciendo: “oipyteno ko yvy”. Es así como Él  hizo grande la tierra, porque habló, cantó y bailó mucho.

            Mba’e Marangatú significa “el objeto más precioso, el sublime”. Este es su nombre religioso, mientras “Yvy jekoká” es su nombre profano y significa “el sostén de la tierra”.  En la cultura Paï todas las cosas  tienen un  nombre religioso y otro profano. Son dos ejes sobre los cuales se asienta la tierra y allí permanece en equilibrio. Kurusú Marangatú es otra denominación, pero reciente, ya colonial. El punto neurálgico, el punto de intercepción de estas líneas en cruz se encuentra dentro del territorio Paï;  en la cumbre de un cerro muy importante que se denomina “Jesuká Vendá” (nombre sagrado) ubicado cerca de la ciudad de Pedro Juan Caballero. Es el cerro sagrado de los Paï.  Se le llama así porque también es el lugar donde se guarda la materia primigenia: el Jasuká. Los Paï   llaman también a ese cerro “ Karavié guasú”; porque Karavié, uno de los dioses del Panteón Paï, hijo del Gran Abuelo (Dios Padre), había quedado allí como guardián del Jasuká. En forma más bien jocosa los Paï le dicen también: “Yvy pyru’ä” (el ombligo de la tierra), mientras los paraguayos, en el guaraní nuestro le damos el nombre de “Sérro guasú” (cerro grande).


            La primera  discrepancia teológica

            Así es como aparecen las diferencias en la interpretación de la oratura sagrada.  Por ejemplo, yo les comenté a los Paï cómo cuentan esta misma cosmogonía los Chiripá, Ava-katueté o Apapokúva,  según la versión recogida por Kurt Nimuendajú Unkel hace casi un siglo en las selvas del Brasil. Les digo: “Umi Chiripa niko he’i, Ñanderu Vusu ogueru hague ipópe peteï “Yvyra joasa rekoypy”.  (Los Chiripá afirman que Nuestro Gran Padre apareció trayendo en sus manos dos palos en cruz) para el sostén de la tierra que iba a crear. Sin embargo ustedes describen el Mba’e Marangatú como “dos caminos en cruz”. Ellos sostienen en sus relatos que esos soportes son de madera. “Yvyraha he’i. Moköi yvyra krusádo he’i hikuái”. Y me dicen los Paï: “Upevaguima voi niko ore roiko apartemi chuguikuéra. Ha’ekuéra niko Chiripa ha ore Paï. Ojavypa voíngo hikuái ko arakuaávy. Mba’éichaiko oïta yvy mokoï yvyra ári. Moo piko ojetopáta la yvyra aipo yvy yta ramo ñamoïva’erä. Upéango moköi tape po’i. Moköi rrúmbo peje hína upévape peë paraguájo”. Esto es: “Por eso mismo es que nosotros vivimos separados de ellos. Ellos son Chiripá y nosotros Paï. Ellos se equivocan siempre en la interpretación de la oratura sagrada. ¿Cómo va a estar la tierra sujeta sobre dos palos? ¿Dónde encontrar las maderas que  pueden servir cómo sostenes de la tierra?. Esos sostenes son dos caminos estrechos, don sendas que se entrecruzan en la cumbre de este cerro. Ustedes los paraguayos les llaman a eso: dos rumbos”. Y prosigo: “Hace mucho que recorro estos lugares y nunca vi esos caminos”. Ellos me dicen: “Vos no vas a ver, pero nosotros sabemos por dónde pasan. Subiendo a la cumbre del cerro podemos indicarte exactamente los cuatro caminos que de allí parten. “Péro upéa piko siérto”, –aporandu jey– “ha siérto” –he’i chéve– “ágä rohechaukáta ndéve”.  “¿Pero eso es cierto?” – insisto – y contestan: “sí, esa es la verdad”, y agregan: “pronto te vamos a mostrar por dónde pasan esas líneas”.  Están plenamente convencidos de que esas líneas pasan por allí y la discrepancia que mantienen sobre este punto es una de razones por las cuales ellos no pueden vivir mezclados con los Chiripá”.


            El equilibrio de la tierra

            El hecho de encontrarse en el territorio de los Paï el punto de intercepción de las líneas en cruz que mantienen a la tierra en equilibrio en el espacio cósmico, es una gran responsabilidad para este pueblo. Así lo consideran ellos, quienes se consideran por eso mismo, el pueblo encargado de velar por el equilibrio del mundo. El Creador de la tierra les ha encomendado cuidar que ella se mantenga en equilibrio sobre sus dos ejes y permanezca como morada del género humano. Es la misión sagrada del pueblo Paï. Por esto la nación Paï tuvo severos problemas en el pasado reciente, cuando fue privada de la posesión del Jasuká Vendá. En los años 70 la administración paraguaya vendió el cerro y todo su entorno a empresarios brasileños y éstos  entraron a sacar madera y a depredar. La nación Paï se levantó en armas y lo hizo en nombre y por el bien de toda la humanidad.


            Teogonía Guaraní

            El primer hombre es denominado en dialecto Guaraní/Paï: Ñane Ramói Jusú Papá Tenondé, cuya traducción aproximada sería: “Nuestro primer y Gran Abuelo que dio cuenta de su existencia por sí mismo”. Él apareció en aquel punto del cosmos vestido como un Paï Tavyterä.  Eso significa que vino con su diadema que se llama Jasaá, con su vincha sagrada que se llama Jeguaká, trajo su Popyguá que es una vara de mando y su Mbaraká que es una sonaja de hy’a (porongo) con piedritas adentro. Apareció con todos sus ornamentos sagrados y por eso hasta hoy el Paï se viste con esos atuendos en sus ceremonias religiosas. 
 Rafael Romero,Tekoaruvicha (Líder religioso) paï, con sus atuendo sagrados.

            Ñane Ramói Jusu Papa, luego de crear la tierra y hacerla muy grande, crea dos divinidades más, Paparéi y Pa’iréi, que son dioses creados, no engendrados, y por tanto considerados “hermanos” del Gran Creador, en este caso “El Gran Abuelo”. Esta trilogía conforma la cumbre del Panteón Guaraní. Usamos aquí la palabra Panteón en su acepción de: ordenamiento jerárquico de las divinidades de una religión. Paparéi, posteriormente, se convirtió en el Gran Abuelo de los blancos (europeos y paraguayos), mientras  Pa’iréi se hizo el Gran Abuelo de los asiáticos o “amarillos”. A los africanos no les adjudicaron abuelo alguno, hecho que delata no haber tenido noticias de ellos en aquellos tiempos remotos, pero sí de los asiáticos. ( Esto abona la teoría de que los  guaraní llegaron por el océano pacífico a América y se hallan efectivamente emparentados con los asiáticos). Luego viene conformándose la pirámide de dioses o Panteón con la serie de dioses engendrados por el Gran Abuelo y su esposa.


            La creación de la mujer

            Ñane Ramói Jusú estaba contento con su creación y fue perfeccionando su obra junto con sus dos hermanos; pero un día escuchó una voz que le decía: “Rejepypirase ramo Paï, eipe’a  nde Jeguaka, ha ejapo nde Jeguakarä”. Esta expresión equivale a: “Si quieres procrearte, Paï, quítate la vincha sagrada y haz con ella a tu futura compañera”.  Como él quiso procrear para dejar descendencia, se quitó la vincha sagrada, extrajo uno de los hilos de la misma y con ese hilillo, hizo a la mujer. Ella es: Ñande Jarýi Jusú (Nuestra Gran Abuela) mujer con la cual él procreó y tuvo larga descendencia. Luego de una serie de hijos, sucede que Ñande Jarýi Jusú concibe gemelos, y en un momento, discutiendo con el marido y con el propósito de herirlo, le dice: “Uno de estos niños no es tu hijo, sino de tu hermano Paparéi”.  Ñane Ramói Jusú  simula creer la aseveración y la toma como un pretexto para enojarse; aduce que su mujer cometió una infidelidad incestuosa absolutamente intolerable con su hermano Paparéi y de inmediato (como buen Paï) tomó su jeguaká, su jasaá, su mbaraká  y se fue hacia el oriente. Se retiró a su Yváy, a uno de los módulos celestiales que la mujer no conocía.  


            La segunda discrepancia teológica

            La segunda discrepancia teológica que se manifiesta claramente es la cuestión de la infidelidad de la gran abuela.  Sobre este punto yo les digo a los Paï: “Los Chiripá dicen que nuestra gran abuela efectivamente cometió esa infidelidad incestuosa”. En este punto los Paï ya se sienten molestos y afirman: “Nosotros no podemos admitir que nuestra gran abuela ha cometido infidelidad, porque ella es una persona sagrada. Por eso, tenemos que vivir separados de los Chiripa, no podemos compartir la vida con personas que interpretan de manera equivocada los textos (orales) sagrados”. Sobre el punto me aclaran: “Lo que pasó es que Ñane Ramói Jusú tenía que encontrar un pretexto para irse de este mundo imperfecto donde nosotros vivimos, porque aquí no podemos alcanzar la perfección. Él como un ser perfecto no podía seguir viviendo aquí;  tenía que volver a su Yváy, a la vida de perfección, al mundo de la perfección. Entonces tenía que encontrar el pretexto y Él mismo creó este pretexto con la mujer y se mandó mudar; pero de ninguna manera ha existido tal infidelidad y si los Chiripá creen que ha habido, esa es creencia de los Chiripá; nosotros sólo podemos decir que están totalmente equivocados”.


El autor Tadeo Zarratea ante la representación del Mba'e Marangatú.
Líderes religiosos Paï Tavyterä con sus Jeguaká o vincha sagrada.


            La historia de los niños gemelos

            En cuanto a los niños gemelos, sucede que cuando estaba la madre embarazada y se retira el padre, se produjo una suerte de diáspora en Jasuká Vendá: la primera morada humana. Ñane Ramói Jusú toma el camino del Oriente o Este. Paparéi toma el camino del Oeste u Occidente y va a crear una gran porción de la humanidad que vienen a ser “los blancos”, y Pa’iréi va a Yvy rovapývo, es decir pasa al otro lado de la tierra, hacia nuestros antípodas y va a convertirse en el Gran Abuelo de “los amarillos”, japoneses y otros orientales. Desde entonces, dicen los Paï, la tierra es habitada por tres grandes porciones de la humanidad: los Paï, los blancos y los amarillos. Los Paï se consideran los únicos descendientes legítimos de Ñane Ramói Jusú Papá Tenondé y por ende, el único pueblo que desciende directamente del creador, del padre de los dioses y de los hombres.

            Esta diáspora hizo también que todos los dioses engendrados por la primera pareja humana se retiraran de Jasuká Vendá a sus respectivos cielos, los cuales le fueron adjudicados por el padre.

            La mujer por su parte toma el camino que siguió su marido con la intención de alcanzarlo y de re-unirse a él. En el camino va conversando con el hijo a quien lleva en el vientre y le pregunta: “Por dónde se ha ido tu padre”, y el niño le responde: “por aquí”. Llegaron a un punto donde el camino se bifurca y le preguntó: “por cuál de estos caminos se fue tu padre”; “por acá”, le responde Ñande ryke’y, uno de los gemelos. Así seguía las huellas de su esposo, pero en un momento uno de los gemelos le pide una flor amarilla. (El color amarillo es el color sagrado de los guaraní. “Ju” significa  en primer lugar: “sagrado”, luego y por extensión: amarillo). El niño-feto ve la flor amarilla y le dice: “mamá, yo quiero esa flor”. Entonces ella se desvía, corta la flor y le entrega; luego sigue su camino, pero al mismo tiempo la madre empieza a protestar: “Vos, que estás todavía en mi vientre, no me tenés consideración, me das trabajos adicionales y yo estoy cansada”, etc.; en fin, fue mucha protesta. Momentos después el niño, como olvidando las protestas, reitera: “mamá, yo quiero esas flores amarillas”; ella, ya enojada, va a cortar las flores, y al momento le pica una avispa. Esto hizo que montara en cólera y le reprendiera más severamente a su hijo. Entonces el niño, que es un auténtico “Ava”, (sinónimo de enojadizo, remolón y vengativo) se enojó y dijo para sí: “Esta vieja me la va a pagar; cuando me vuelva a preguntar, por dónde fue mi padre, porque yo soy el que sabe (porque en él el padre dejó la sabiduría) le voy a mostrar el camino equivocado”. Y cuando llegaron a la primera bifurcación efectivizó lo resuelto.  Entonces fue la madre a llegar a la casa de los “Añáy”, unos humanoides de pelos pintados como el tigre, por eso describen esta posada como “la casa de los tigres”. Allí encontró solamente a la “abuela” de los tigres.  Esta la recibe y la hace sentar, pero en un descuido toma un avatisoka (mortero de mano) la golpea en la cabeza y la mata; la guarda bajo una tinaja y cuando llegan sus nietos de la cacería sin traer nada, la  abuela les dice: “Cómo yo sin salir de casa, tengo aquí un botín de caza”; patean la tinaja los Añáy y encuentran  allí el cuerpo de la Gran Abuela. Lo primero que hicieron fue abrirle el vientre porque estaba muy hinchado, y saltaron los gemelos. Entonces dijo la abuela de los Añáy: “Por qué ustedes no comen la carne de esta mujer y me dejan a mí la carne de esos fetos que es carne tierna considerando que yo ya no tengo dientes”. “Está bien abuela”, le dijeron. La abuela tomó a los bebés y los puso en una olla hirviente, pero de allí saltaron los bebés. Entonces los tomó y los puso sobre la brasa, pero de allí saltaron los bebés. Ya molesta tomó el asador pero no pudo ensartarlos. Entonces,  un poco argelada ya, dijo la abuela: “¡Mierda! ¡Carajo! Bueno, mejor los dejo que vivan. Haré de ellos mascotas de mi perro”; y se quedaron los niños. Pasó el tiempo y fueron creciendo, pero les llamó la atención que cuando ellos armaban sus pequeños arreos de caza, con sus flechas, arcos, hondas y se iban a cazar, la abuela les decía: “A tal lugar no se vayan” y siempre obedecían pero les llamó la atención y se preguntaron: ¿por qué ha de haber lugares prohibidos para los niños? Entonces dijeron: “por alguna razón no muy santa es que nos prohíben, vámonos”. Se escaparon y se fueron al lugar prohibido.  Allí se les apareció el Guyra ñe’ëngatu (el ave parlanchina) y les cuenta toda la verdad: “Ustedes no son hijos de los Añáy; ustedes son hijos de otra gente; la abuela de ustedes no es la verdadera sino la victimaria de la abuela verdadera que está muerta”. Entonces, los niños dijeron: “Vamos a vengarnos de ellos”, y vinieron. Escarbaron y encontraron los huesos de su abuela; quisieron revivirla; armaron los huesos y soplaron en la cabeza; la abuela cobró de nuevo un momento de vida pero volvió a caer y deshacerse; entonces dijeron: “Vamos a tomar venganza”. Se cuenta que prepararon como trampa un “Yrymomó”, es decir, un puente de madera lisa que cruza el arroyo. Un día trajeron unas hermosas frutas y les preguntaron los Añáy: ¿Dónde encontraron esas? Los niños contestaron: “al otro lado del río”; ¿y hay muchas de estas allí?”; “sí, podemos mostrarles cuando quieran. “Vamos a traerlas ya” –les dijeron–. “Bien –dijeron los niños– nosotros vamos a trepar para bajarlas”. Entonces todos los Añáy se prepararon para ir a comer el “pacurí”. Los hermanos gemelos ajustaron el Yrymomó. Hay que recordar que uno de los gemelos es genio, y el otro es tonto .Por eso también los Chiripa afirman que el tonto es hijo del hermano. “Otra infamia” – dicen los Paï. Para ellos los dos son hijos biológicos del  Gran Abuelo. (Ésta viene a ser la tercera discrepancia teológica).  En la ocasión el genio le dice al tonto: “Yo te voy a dar la señal cuando todos los Añáy hayan subido al Yrymomó; en el acto vas a tirar esta cuerda para que caigan todos al río”. Pero el otro (el tonto) estaba tan impaciente con la cuerda en la mano mientras su hermano estaba al otro lado del río, que le pareció que ya se subieron todos y antes de gritarle la señal estiró la cuerda. Cayeron todos los Añáy que estaban sobre el yrymomo y fueron despedazados por los animales feroces del río, pero una tigresa embarazada saltó para atrás y escapó. Por eso no fue exterminada la raza de los Añáy y esta es la causa por la cual “el mal” persiste en el mundo. El mal existe, sigue, convive y comparte con el  “el bien” los espacios de la humanidad. Posteriormente los gemelos se dedicaron a completar la obra de su padre, ordenaron el mundo, las cosas, hicieron brotar las plantas, funcionar los ríos, dándoles un espíritu a cada cosa animada e inanimada inclusive. Después ellos se retiraron a la morada del padre.


Actividades de mensura del perímetro de la comunidad paï  ITAJU Distrito de Capitán Bado.


            La rosa de los vientos. Su importancia

            Para el guaraní el punto cardinal más importante es EL ESTE, porque hacia allí se fue el Gran Creador. Hacia el Este está Ñande Ru Amba “la morada de nuestro padre”. Cuando dicen “Ñande Ru amba gotyo”, están  diciendo: hacia el este. En el lenguaje profano los Kario y luego los paraguayos decimos “Kuarahyresë gotyo” (hacia donde nace el sol). Lo que para el europeo representa EL NORTE (y no sé por qué), para el guaraní el Este representa el bien, la meta. El Oeste, por contraposición representa “el mal”. En dialecto Paï se le denomina por eso mismo: mba’e meguä (la cosa mala). Paparéi rupa (la cueva de Paparéi), queda hacia el Oeste y viene a ser el módulo celestial o morada del abuelo de “los blancos”. Yvypopy es el SUR y Arajeive es el NORTE para los Paï.

            Esto explica por qué las grandes migraciones de los guaraní siempre fueron hacia el Este, es decir, Ñande Ru Ambá gotyo (Ñande rovái gotyo, dicen los Chiripá). Ñande rovái (en frente de nosotros) dicen, porque el guaraní está obligado a mirar siempre hacia el Este. Todas las oraciones deben hacerse de cara hacia el Este. El Purahéi Pukú es un canto-danza religioso que dura toda una noche y concluye al amanecer, cuando despunta el sol. En ese momento el indígena guaraní tiene que estar mirando inevitablemente hacia el Este. El Oeste debe evitarse porque, entre otras cosas, el fin de la humanidad viene de ese lado.


            La teogonía guaraní

            Durante mucho tiempo la cultura occidental estableció diferencia discriminatoria entre las llamadas “religiones politeístas y monoteístas”, ubicando al judaísmo y al cristianismo entre las últimas y señalando con ello “superioridad”. Hoy sabemos que todas las grandes religiones tienen su Panteón, la gran pirámide de sus dioses. La teogonía guaraní la tiene también. En la cumbre o vértice está el Gran Abuelo (Ñane Ramói Jusú Papá Tenondé). A ambos lados de Él, pero en escala inferior están los dioses credos y no engendrados: Paparéi y Pa’iréi. Luego, en escala inferior, están los 21 hijos engendrados por el Gran Abuelo y la Gran Abuela. Siguen los héroes mitológicos, los ángeles, arcángeles (o mensajeros) los coros celestiales y los héroes culturales.

            La gran pirámide de los dioses guaraníes

            Los nombres de los hijos de Ñane Ramói Jusú son conocidos más bien por los cielos que ocupan. La cosmovisión teogónica o celestial de los Paï reconoce la existencia de 21 cielos o módulos celestiales habitados y dirigidos por cada uno de los hijos engendrados, porque 21 fueron los descendientes de Ñane Ramói Jusú, siendo el mayor de ellos Ñande Ru Verandyjú. Los cielos (yváy, yvakuá, ambá)   son espacios siderales habitados por las almas.

            Tenemos la sucesión de los distintos cielos cuyos nombres son: 1) Ñande ru ambá (la morada de nuestro padre). 2) Paï ñamoi jusú yváy. 3) Karavié guasú yváy. 4) Arary vusú yváy. 5) Tanimbú guasú yváy. 6) Japarié guasú yváy. 7) Papá guasú yváy. 8) Mba’ekuaá vusú yváy. 9) Tupäju yváy. 10) Yvakuáva tapiá. 11) Ñande ru pavë. 12) Yryverá yváy. 13) Ñane ramói papá yvakuá. 14)  Pachï guasú yváy. 15) Ary pirerï. 16) Pa’i kuará yváy. Este último se halla ubicado en el mismo centro del sol. Estos cielos están después de la zona del Mba’e meguä y se cuentan a partir del Tapeypyköi jusú (la bifurcación del camino). Debemos aclarar que antes de la zona del Mba’e meguä están los cielos etéreos, no celestiales y virtualmente “terrenales”. Dichos cielos son: 1) Yvy rendy (la resplandeciente tierra) que es ésta y es el primero de los cielos, dice el Paï. 2) Yvyrendy joapype’a. 3) Mba’etirö yváy (éste cielo está en la luna). 4) Mba’etiröva itaju y 5)  Ñande Itajú.


            Luego viene la zona del Mba’e meguä.  Advierto que puede haber errores en las denominaciones o en el orden. Lo Paï aseguran que los cielos son 21 en total, pero no pude precisar si en dicho número se incluyen o no los cielos terrenales.

            Sucede que Pa’i Kuara es una de las deidades principales y él tiene su morada en el sol, generalmente las oraciones se les dirigen a Pa’i Kuara, porque él es el intermediario entre Ñane Ramói Jusú y el hombre. ¿Y por qué este privilegio?. Dicen los Paï que en algún momento, Ñane Ramói Jusú tuvo que organizar una competencia para repartir los dones, el poder y otros bienes. Es el denominado “Tupañoa’ä” (la competencia entre los dioses). Vinieron todos los Tupä (Tupä quiere decir solamente espíritu, alma). Dicen los Paï: “Ñandé tupä avei” (nosotros también somos Tupä) porque  tenemos alma. La única diferencia es que el hombre es un ser imperfecto.

            En este Tupañoa’ä  fue que Pa’i Kuará ganó el sol para  su morada y Ñane Ramói Jusú  le entregó. Es el padre de la vida, de la energía. La luna fue ganada por Yvangusú, su hermano (estos son aquellos gemelos de la historia), y así a Karavié Guasú le dejó el Jasuká Vendá. Su misión en este mundo consiste en cuidar de dos cosas: el equilibrio de la tierra en el espacio y la materia primigenia. El Jasuká verdadero, el originario, está depositado en Jasuká Vendá. Los Paï están convencidos de que con sus oraciones, cantos y danzas rituales, mantienen el equilibrio del mundo, y se molestan mucho cuando los paraguayos no respetamos sus territorios y los avasallamos por desconocer la importancia de todas estas cosas.


Ceremonia religiosa, seguida de asamblea comunitaria, en la casa del líder Sanabrio Ferreira, en la comunidad de Itaju.


            El alma y el nombre

            El alma es por esencia inmortal, pero hay casos de mortalidad. El alma vive en cualquiera de los 21 cielos, manejada por el titular de cada cielo; de allí el alma es destinada a venir a la tierra, a encarnarse.  Pero, puede venir como persona, como animal o como cosa. Para el Paï no sólo el hombre  tiene alma, sino también el árbol el  cerro, el río; ellos las invocan, les hablan y les rezan a esas almas. En su sistema religioso hay transmigración y re-encarnación  (y esto es muy diferente a la resurrección que predica el cristianismo).  En la cultura Paï es práctica obligatoria de la madre que al nacer su niño lo lleve ante el “Techakáry”, junto al sabio, junto al dirigente religioso, junto a aquel que se comunica con los dioses, porque él tiene que hacer una operación que consiste en el “Japysaká”. Mediante este trabajo, él se pone en contacto con los dioses para saber si el niño que acaba de nacer a cuál de los 21 cielos pertenece; de cuál de ellos proviene. El sabio toma conocimiento y después le adjudica el nombre: “así se llamará” y eso “porque viene de tal cielo y la misión de este niño en el mundo será tal cosa”. En realidad lo que hace es descubrir el nombre antes que inventarlo, porque ese nombre en puridad no es el de la persona sino del alma, y se denomina en guaraní/paï “Téry”.  De allí la importancia del nombre para ellos, que no salen de su asombro cuando ven que los paraguayos seleccionamos los nombres para nuestros hijos extrayéndolos de las revistas o de la televisión.

            En cuanto al nombre profano “de la persona”, ellos cambian sin inconvenientes de cuando en cuando; a veces una persona que se llama Genaro en una comunidad se divorcia, se traslada a otra comunidad, se casa y se queda, y allí se hace llamar Emiliano. Lo cambian con facilidad porque ese nombre sólo les sirve para su contacto con los paraguayos. Ellos saben cuál es su nombre verdadero, el nombre de su alma, por ejemplo: “Apykarendy” (solio resplandeciente). En este caso el niño está destinado a ser dirigente espiritual.


            La muerte

            En esta cultura la creencia es que cuando la persona llega a la muerte viene en busca de su alma su hermano mayor, el cual extrae del cuerpo y se lo lleva. Utiliza al efecto uno de los dos vehículos especiales que transportan almas y se denominan: “Ñengáry” y “Verávy”. El verávy es como el tapekuá –dicen–. Este es un tejido de hojas de palma que sirve para posar al bebé en el suelo. El  verávy se parece a este tapiz y vuela en un abrir y cerrar de ojos hasta el cielo. Ñengáry por su parte tiene la forma de un bote.


            Mba’e meguä. Zona de peligros

            Pero antes de ese traslado está la zona de las pruebas difíciles que se llama  Mba’e meguä.  En esta zona uno se va caminando y siguiendo al hermano porque es el que ayuda a sortear las dificultades. La zona negra del Mba’e meguä se encuentra entre “Ñande Itaju y Tapeypyköi jusú. El alma tiene que sortear siete pruebas; los siete Mba’e meguä. El primero es Añangusú, donde están dos añáy: Añangairá y Añangavijú que tienen un tacho enorme con agua hirviente y tienen unos anzuelos con los cuales tratan de cazar el alma al pasar y el alma tiene que esquivarse. La que es cazada va directo al tacho. Después viene Yvyku’i vevé, tormenta de arena, en donde uno tiene el instinto de cerrar los ojos y seguir avanzando, pero al cerrar los ojos puede llegar el añáy y tomarlo. Luego se encuentra Itapesÿi, donde hay unas piedras musgosas mojadas y resbaladizas, donde uno no puede equilibrarse y al caerse viene el añáy y lo toma. Ahora viene el Tatatinangeté, zona de espesa neblina, donde uno tiene apenas un metro de visibilidad. Le sigue Pytünguyete, que es la oscuridad total. A continuación está Ára pore’ÿ, que es un vacío total. Al final está Mbói jusú que es una suerte de yrymomó pero al subirse encima y cuando uno está más o menos en el centro del precipicio, el yrymomó se mueve, se retuerce, porque es una enorme víbora y ahí puede caerse el alma al abismo eterno.

            Pasando Mbói Jusú termina la zona del Mba’e meguä y se llega al Tapeypyköi jusú, que es el punto de bifurcación del camino y allí uno tiene que saber; si es Paï tiene que tomar el camino de su padre, de su abuelo, e irse hasta su patria verdadera, uno de los veintiún cielos, de donde uno proviene; volver allá junto a su padre verdadero donde va a recibir el mayor gozo, la vida plena. Pero si es Mbaíry  (paraguayo u otro blanco), debe tomar el camino de Paparéi yváy, es decir, el otro camino.

            Estos son los casos en que el alma puede perderse y dicen que todas estas dificultades se han puesto en el camino de la morada del padre eterno para eliminar a las almas que se han corrompido en este mundo. Ellos explican que el alma mora en el cuerpo y que fundamentalmente se manifiesta en la palabra.  Por eso ñe’ë es una de las almas del hombre. El Paï concibe a la persona con tres almas; el que va es el ñe’ë, la palabra, es el que vuelve a Dios.


            El sentido de la vida humana

            La vida en esta tierra es de preparación para poder alcanzar la gloria y para poder, sin dificultades, pasar la zona del mba’e meguä. El hombre es un pasajero en este mundo. “Yvy rechamívonte voi ñande jaju” – Venimos sólo de visita a este mundo.  No obstante, la vida debe alcanzar la mayor plenitud posible. No admiten una vida penosa o con grandes sufrimientos. Por eso, en casos necesarios, practican con normalidad el aborto, el infanticidio, el suicidio y la eutanasia.  Los niños gemelos son indefectiblemente eliminados, también los deformes o anormales.   


            Apocalipsis

            En cuanto al fin de los tiempos, creen que la humanidad tiene un final ineluctable y el acercamiento de ese final es anunciado por algunos signos.

            El primer síntoma es que el hombre enloquece, se vuelve contra su propia casa y la destruye, sostiene el Paï.  Pero la verdadera casa del hombre es el monte, el hábitat, que ya empezó a destruirlo y sobre todo los paraguayos son los que destruyen los montes porque no saben esto; por lo tanto, el final está muy cerca.

            En segundo lugar tiene que venir el Jagua rový, el jaguar o tigre azul que devora a las personas.  Al aparecer este animal va a causar estragos en la humanidad.

            En tercer lugar empezará a incendiarse la tierra desde el Oeste.  Luego vendrán las grandes lluvias, las tormentas, los terremotos y maremotos. Cuando todo esto suceda Ñane Ramói Jusú dirá: “ya no vale la pena que exista vida en la tierra”. Y vendrá a eliminar uno de los ejes de la tierra, uno de los brazos del Mba’e marangatú, para que la tierra pierda equilibrio, se desplome y caiga al abismo de la oscuridad eterna donde se congela toda vida humana, animal y vegetal.         


            El valor de la selva

            La selva tiene para el Paï un alto significado por su gran contenido religioso. Ellos son gente de monte, silvícola de cultura. En primer lugar la selva es el gran templo del Paï, su casa principal, su farmacia, su supermercado y el símbolo visible de que la humanidad todavía tiene un tiempo de vida. Su destrucción para nosotros es un drama, pero para los Paï es una tragedia. Cuando acabe el monte acabará el mundo Paï; y acabará también la humanidad porque “ya nadie sostendrá con sus oraciones, cantos y danzas el sostén de la tierra”.


            El miedo a la noche

            El Guaraní tiene un miedo terrorífico a la noche y al frio porque contienen la advertencia de que las mismas pueden ser eternas.  Como consecuencia, en su idioma el “mañana”  es apenas una conjetura: “Ko’ërö” que literalmente significa “si amanece”, “si volviera a amanecer”. También esto explica la celebración del alba, la vuelta del sol, morada de Pa’i Kuará que desde allí engendra y sostiene la vida en la tierra por encargo de su padre.


            Autenticidad de la presente cosmogonía

            Es por demás evidente que esta cosmogonía es totalmente precolombina. Arakuaávy es el nombre de la “Biblia” Paï, una biblia oral, el instrumento que contiene todo el texto de la Oratura Sagrada.  De tanto ir repitiendose textualmente contiene palabras ya ininteligibles para el propio Paï, es decir, hay palabras cuyos significados ni ellos conocen, pero no las cambian porque “así ha transmitido el abuelo, y el abuelo habrá sabido qué significaba eso”.  Pero aparte de los textos verdaderamente sagrados que se repiten mecánicamente y fielmente, están las explicaciones prácticas y profanas para conocer el sentido; así se mantiene dentro de esta cultura ágrafa, todo el fundamento de la vida humana.

            Después de la cosmogonía y la teogonía, viene la mitología, que es el relato relacionado con los héroes culturales, el relato que nos cuenta de personajes que tienen que ver con la cultura Paï, el que le da sentido a los actos y a las conductas humanas.

            La fe que tiene el Paï es muy grande, sincera y muy auténtica.


"Monumento al Indio" en la ciudad de Concepción, Paraguay.
 

            Crítica a la evangelización cristiana

            La masiva evangelización promovida por las distintas iglesias de Cristo constituye toda una agresión a estas culturas antiguas tan respetables por su profundidad y su coherencia.  Los guaraní son los teólogos de la selva dijo un estudioso, y es verdad.  La sustitución por los valores cristianos de esta portentosa estructura cosmogónica, teogónica y mitológica significa la destrucción de un mundo imaginario. La nueva religión tal vez tenga el mismo nivel pero no tiene la coherencia de ésta, al menos para el indígena especialmente por la forma en que le es dada a conocer. Como resultado lo único que se ha logrado es la destrucción de la fe de estas personas.  Por todo ello, los antropólogos latinoamericanos produjeron un documento en el cual piden a las Iglesias, especialmente a la católica, que antes que ir a misionar en el sentido de catequizar, vayan a evangelizar informándose previamente de estas cosas y dando a conocer a Dios. Más que lo ideal los justo sería que el sistema religioso indígena, cualquiera sea, permanezca como tal, es decir, se desarrolle como iglesia autóctona, con todos sus elementos religiosos.  Evangelizar no debe significar cristianizar exclusivamente. Últimamente se le dio un giro al contenido conceptual de la palabra evangelización a través de un diálogo entre la antropología y la misionología. Gracias a ello hoy se sostiene que evangelizar es dar a conocer a dios aunque no precisamente a través de Cristo.

            Generalmente se dice que los Inca adoraban al sol y tal vez sea un error así como se da en el caso de los Guaraní.  Sucede que el Paï no se pone en contacto directo con Ñane Ramói Papá. No se considera digno de ponerse en relación directa. Entonces tiene como intermediario a su hijo Pa’i Kuará, y éste tiene su morada en el sol.  Por eso se dirigen todas las oraciones a él para que interceda ante el padre. El Paï se siente con derecho a hablarle a él porque también es hijo de Ñane Ramói Papá.


            Los fundamentos de la vida humana (Tekojekoka)

            Los cuatro fundamentos de la vida humana para el Paï son: el rayo solar, la tierra, el aire y el agua; por eso no deben estar en el comercio estos elementos; porque la tierra es madre, el sol es nuestro padre, y el encuentro de ellos produce la energía y ésta produce la vida humana, vegetal y animal.

            Cuando la tierra deje de estar en contacto con el sol se acabará la vida humana.

                                                                                              Texto corregido en julio de 2010. 
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6 comentarios:

  1. Excelente pagina! Leí hace muchos años en un libro de antropologia que perdí que el mito de la creación humana por los Avá Guaraníes incluye el concepto que Dios le concede al hombra, antes de ser creado,la capacidad de comprender la palabra, cuando el hombre fue capaz de conocer su nombre, alli fue creado. No encuentro este concepto en las descripciones de las diferentes teologias de los pueblos originarios de esta región. ¿Puede estar implicito este concepto en lo que usted refiere? ¿O es un simple error de interpretación del autor de aque libro?
    Gracias

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  2. Nestor: En esta teogonía el sonido de la palabra humana anuncia la aparición de Dios en el cosmos. Ese sonido atrajo sobre sí la luz y en virtud de ese contacto se materializó el cuerpo del primer hombre, el cual fue Dios a su vez. Antes, sólo existía la materia en forma gaseosa, el Jasuka.

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  3. La cosmogonía guaraní,en su mayoría desde mi punto de vista es muy similar a la cosmogonía hebrea, guarda analogía con los conceptos bíblicos y mientras más Leo, investigo y analizo a los guaraníes me surge la teoría de que los guaraníes pueden ser una de las tribus perdidas de Israel. ¿ No sé si usted se lo ha planteado Dr. O se ha fijado en ello?

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  4. Unknown: Esta "choricera" es mucho más largo de lo que aquí se expone. Su envergadura, contada por un conocedor guaraní dura 40 días con sus noches incluidas. Yo soy apenas un iniciado en la materia; la conozco muy superficialmente. Pero guaraní "Tekoaruvicha" necesita de varios días para terminar de contar. Es la historia de la humanidad desde su creación, por Dios, hasta el desmoronamiento, derrumbe y congelamiento de la tierra.

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  5. Quise escribir: "larga" y "pero UN guaraní" "de contarla". Disculpe.

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