miércoles, 18 de enero de 2012
CARLOS FEDERICO ABENTE, el decano de los poetas en lengua guaraní
Carlos Federico Abente,
Isla Valle, Areguá, 6/09/1915. Es actualmente el decano de los poetas de la
lengua guaraní. Acaba de cumplir 97 años con total lucidez mental y muy
pocas limitaciones físicas.
Abente
es el decano de los poetas no por ser el de mayor edad sino por ser el más
antiguo creador de poemas entre los poetas actualmente vivos. Emigró con su
madre siendo niño y se educó en la República Argentina. En aquel país es
famoso como Médico pero desconocido como poeta; sin embargo, en el Paraguay es
conocido solamente como poeta por ser autor de las letras de varias canciones
paraguayas musicalizadas por el gran maestro José Asunción Flores, destacándose
entre todas ellas la guarania titulada Ñemitỹ – La
siembra, cuya creación es ubicada en la década del 30. Por
entonces ya Abente era poeta y casi a la fuerza, porque Flores lo incitaba a
poner letra a sus creaciones musicales, de lo que se infiere que fue su poeta
preferido.
Si
bien es un poeta excepcionalmente bueno en lengua castellana, él se aferró a la
lengua guaraní como a una tabla de salvación en el mar; como un cordón
umbilical con su cultura propia. Él, íntimamente, nunca aceptó su separación
del Paraguay, y la lengua guaraní le permitió sentirse siempre dentro del país.
El
Dr. Abente es un hombre que irradia una fuerza extraordinaria, como persona y
como poeta. Sus versos y su voz se hallan impregnados de una energía poderosa
que se presenta sin convocatoria, sin que él se proponga; aparecen como una
eclosión; dimana simplemente de un espíritu poderoso. Pareciera que toda
esa fuerza proviene de su integridad moral, de su conducta ciudadana y de su
compromiso con el destino de su pueblo. Sin embargo, no es así; es
independiente de esos atributos. Les aseguro que simplemente proviene de su
vena y de su verba poética.
Recuerdo
que durante la larga dictadura mis alumnos de la universidad tenían el deseo,
muy intenso por cierto, de cantar Ñemitỹ en
coro, en la plaza pública, a modo de provocación al dictador. Más de una
vez les prometí que cuando lleguen los tiempos de la libertad formaríamos un
coro de 60 voces para cantarla. Esta canción es más que emblemática en la
lucha por la libertad y la redención del Paraguay; es una canción motivadora,
energizante, que causa emociones muy profundas. Es un canto del labriego,
del campesino paraguayo postrado en la indigencia, pero Abente, que se
encuentra inmerso en ese campesino y nos habla desde allí en primera persona
del plural, se ubica muy lejos de la auto conmiseración para emitir un mensaje
optimista, lleno de esperanzas, de promesas; anuncia la alborada, el fin de
todas las penurias y la redención del Paraguay. Este anhelo expresado en la
canción tiene una magia; se apodera automáticamente del paraguayo, sea cual sea
su condición social. Es una canción que crea una fuerte comunión de
ideales. El poeta Abente sabe de lo que habla, de lo que él ha pasado, de
lo que ha pasado su país, de lo que su pueblo viene pasando; por eso está tan
cerca de los sentimientos más profundos que se encuentran soterrados en el
corazón del pueblo. Es posible que Abente sea el único paraguayo consciente de
la gravedad de la situación paraguaya. Esta forma de encarnar el sentimiento
popular es más propia de los políticos, pero la política es un arte-ciencia que
Abente nunca ejercitó. Refiere que a pesar de su íntima amistad personal
con Flores y muchos de los que conformaban el grupo político de éste, Abente
nunca adhirió a la ideología sustentada por ellos; tampoco tomó partido por las
organizaciones políticas tradicionales del Paraguay. Sin embargo, sus
poemas siempre fueron caballos de batalla política debido a su enorme dimensión
social y patriótica. El partido de Abente es la patria toda, íntegra, sin
divisiones; y la fórmula para la redención del país que él propone es
simplemente el trabajo, la
producción, junto con la unidad nacional, la fraternidad y la solidaridad entre
los paraguayos. Abente no inventa soluciones mágicas. Como poeta que intuye el
futuro se adelantó a las conclusiones de la Cumbre de la Pobreza de Copenhague de
1995. Allí, en ese foro universal se dijo, con la más alta de las voces, que
“la pobreza extrema degrada a la persona humana” y que “la única fuente
creadora de riquezas es el trabajo humano”. Hoy toda la humanidad
comprende que es así, pero nuestro poeta lo dijo 50 años antes.
Anoto
aquí a modo de mera anécdota que el Dr. Abente es portador de un enorme
prestigio ante la sociedad paraguaya; su nombre inspira automáticamente el
respeto de la gente; es un símbolo, un ícono y casi una leyenda. Se sabe que
en su condición de Médico ha prestado invalorables servicios a la población
paraguaya emigrada a Buenos Aires, con las manos, los bolsillos y el estómago
vacios; muchos con la salud destrozada. Abente fue el paño de lágrimas de
miles de nuestros compatriotas; un verdadero filántropo por su vocación
humanista y humanitaria; y además, un paraguayo que encarna muy bien la
“solidaridad paraguaya”; una forma muy peculiar de solidaridad.
Su
obra poética se encuentra sin ser evaluada por los críticos, pero
definitivamente consagrada por el pueblo que la ama y la enarbola.
Publicó en total 5 poemarios: Che kirĩrĩ asapukái haguã – Para gritar mi silencio
(1990), Kirĩrĩ sapukái – El grito del silencio (1995), Sapukái – Poesías inocentes (1997), Sapukái sunu – Grito de
trueno (2001), y Ñemitỹ Antología poética (2009).
Como
se ve, en los títulos de cuatro de sus poemarios aparece la
palabra Sapukái, el
grito, por momentos contraponiéndose al silencio. En un poema dice
por ejemplo: “Quiero gritar mi silencio” sugiriendo
que en su interior se halla contenido, por alguna razón, algo grave, algo
grande. Su silencio es una amenaza de eclosión y su voz es un grito, un Sapukái, un trueno.
Tengo
el honor de haberme ganado su amistad. Hemos compartido momentos culturales y
familiares, tanto en Asunción como en Buenos Aires. Nuestras tertulias
literarias, matizadas por doña Eva García Parodi de Abente, no tienen
desperdicios. Cuando lo tengo en mi presencia y lo observo, por
momentos imagino que sus canas no son tales, sino lavas del volcán
que lleva adentro.
Octubre
de 2012
Extraído de mi libro "La Poesía Guaraní del Siglo XX"
Descargue el documento [pdf] aquí.
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