jueves, 10 de noviembre de 2011
FELICIANO ACOSTA, el poeta de la síntesis extrema
Feliciano Acosta Alcaraz, Concepción, 9/06/1943,
emigrado a la capital, Asunción, en plena juventud. Comenzó ya de adulto
a estudiar el idioma guaraní, su lengua materna, a nivel académico y se dedicó
enteramente a la docencia del idioma hasta convertirla en su actividad
principal.
Obras
Se inició en literatura guaraní recopilando
cuentos populares orales y ensayando narrativa de ficción, pero finalmente
desembocó en la poesía, forma literaria que prevalece en su producción.
Sus primeros poemas aparecieron en los números 3, 5 y 6 de la Revista Ñemitỹ, especializada en lingüística,
que llegó a publicarse un total de 40 números bajo su dirección, con la
coordinación que ejercí yo y el gran esfuerzo de Natalia Krivoshein de
Canesse. Su primer poemario Ñe’ẽ ryrýi fue editado en el año 1983. Le siguieron a esta obra: Ka’i Rekovekue. La vida de ca’i, en 1994; Ñe’ẽporãhaipyre, en 1995; Muã
Sa Vera, en 1996; Pyambu en 1999; Tape Yvyku’i, en 2001; Mandu’a Rendy, en 2002; Mombe’u. Momba’e, en
2003; Maravichu, maravichu,
y Kujererã, en
2004; Ka'i guata pyta’ỹ, Ñe’ẽmombo. Relación relación y Ñe’ẽpoty Aty, en 2005; Mombyryete Mombyry, en 2006; Ñe’ẽ ryrýi ryryive, en 2009, Guarani Ñe’ẽ Porã (Literatura Guaraní) 2011,
Tetãgua Mba’e (Literatura Popular) 2012, y a esta altura deben haber otras más.
Perfil poético
Feliciano Acosta comprende perfectamente que el
lenguaje de la poesía no es el lenguaje lógico sino el figurado o simbólico.
Los signos lingüísticos son para él meros instrumentos para construir ideas
directamente con las imágenes. Sus versos son extremadamente concisos, breves y
terminantes. Podríamos decir que es el poeta de la síntesis extrema, de la
condensación más compacta. Su lenguaje es preciso como un telegrama. A sus
poemas no se les puede agregar nada y mucho menos quitar; están dados con
exactitud matemática; son unos comprimidos poéticos cuyo efecto se hará sentir
o no en el lector o escucha, pero no en las esferas sensoriales sino en el
campo del entendimiento o del sentimiento.
He aquí un ejemplo:
Che ahy’ópe oryrýi che ñe’ẽ
Che ñe’ẽ osẽséva ombokua yvytu.
Con la descripción de esta flecha aprisionada en
su garganta con ansias de salir y perforar lo más diáfano, para liberar su
palabra, delata que el poema está escrito en tiempos de una férrea dictadura
política. Son las ansiedades y los ensueños del hombre, atado a una realidad
ineluctable: la falta de libertad. Luego viene la resignación: “Ha katu iporãve, che ahy’ópe
omano”. Auto censura y resignación meramente aparentes, porque el poeta
acaba de decir su verdad. Si no nos dijera no sentiríamos la belleza del poema.
Todo está expresado aquí pero en lenguaje poético, es decir, apenas sugerido,
leve, transparente, pero total.
Este poeta sabe que la poesía no es llamar a las
cosas por sus nombres sino dar nombre nuevo a las cosas, a los pensamientos, a
los sentimientos y las ideas. Sabe que la poesía sirve para comunicarse por
medio de un lenguaje simbólico; para remover la imaginación, lograr que se
comparta un sentimiento y se deleite el intelecto del lector.
La forma en su poesía
Acosta se halla totalmente desvinculado de las
formas clásicas; no utiliza las estrofas, el metro ni la rima; no le interesa
la sonoridad del lenguaje, porque no hace poesía con los sonidos de las
palabras, sino con las imágenes construidas dentro de un sistema simbólico. Tampoco
usa los recursos literarios clásicos como la comparación, la onomatopeya, la
perífrasis, el hipérbaton, etc. Por todo ello y pese a su origen
campesino Feliciano Acosta no trasunta en sus poemas el escenario campesino;
más bien es poeta de ciudad, hace poesía urbana, rara especie en guaraní.
Quizás por ello se halle ausente en sus poemas ese elemento tan guaraní, tan
paraguayo y campesino, que es la
cadencia, con la cual se
expresa la parsimoniosa vida de la gente del campo.
Las herramientas de Feliciano son la metáfora,
la metonimia, la sinécdoque y su especialidad las imágenes sensoriales y los
símbolos. En cuanto a la forma, es irreverente con la regularidad del acento
rítmico, porque su ritmo es quebrado. Imprime a sus poemas un ritmo propio y diferente
en cada caso. En una palabra, construye continente y contenido a un mismo
tiempo. Sus poemas no son apropiados para ser escuchados sino más bien para
leerlos en silencio y darse unos deleites muy sutiles.
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