Aprobación del Pabellón y Escudo Nacional en el Tercer Congreso reunido en el templo de la Encarnación el 25 de noviembre de 1842, bajo la presidencia de don Carlos Antonio López.
Óleo sobre lienzo de Guillermo Ketterer pintado en 1957.

lunes, 1 de abril de 2019

REQUIEM ANTE LA TUMBA DEL DR. ÓSCAR FACUNDO INSFRAN

Momentos de profunda congoja nos embarga a los convencionales constituyentes del 92, ante la partida de nuestro muy ilustre presidente, el Dr. Óscar Facundo Insfrán, como ya lo señalara nuestro vocero oficial, el ciudadano convencional Dr. Hugo Estigarribia Gutiérrez.
Y no es para menos. La República del Paraguay se encuentra despidiendo a uno de sus más grandes tribunos. Un paladín  de la defensa del sisma republicano de gobierno; un demócrata probado en la lides políticas, un hombre de gran coraje cívico y por sobre todo, un ciudadano ejemplar.
El Dr. Oscar Facundo Insfrán exhibió en los debates públicos sus convicciones republicanas y su coherencia jurídica, pero más que eso, su integridad moral. Estas virtudes hicieron que en la ocasión lo eligiéramos por unanimidad, presidente de la Convención Nacional Constituyente, cargo que honró como el que más, con la más absoluta solvencia, realzada más aún por su liderazgo democrático.
Quiero ilustrar con una breve anécdota la talla democrática del Dr. Insfrán. En una ocasión, una educadora de Valenzuela, convencional constituyente del Partido Colorado por el Departamento de La Cordillera, presentó ante nuestra Comisión de Asuntos Generales una insólita propuesta. Proponía que se incluya en la Constitución Nacional un artículo que diría: El Estado proveerá diariamente un vaso de leche a cada niño matriculado en las escuelas de las comunidades rurales muy carenciadas. El proyecto se dio en llamar, casi con hilaridad, “del vaso de leche” y en aquella comisión nos pareció, en principio, que era un proyecto inviable, porque estábamos organizando un Estado escuálido que apenas tenía recursos para pagar magros sueldos a sus maestros. No estamos en Europa, dijimos. No obstante, antes de tirar el proyecto al canasto, mis colegas me comisionaron por para consultar con el presidente de la Convención y la respuesta fue tajante: “Convencional Zarratea: - me dijo - toda propuesta debe ser presentada ante el pleno por más insólita que parezca, por respeto al proponente. El soberano es el pleno de la asamblea. Nosotros somos simples comisionados y no nos corresponde prejuzgar sobre la viabilidad o no de ninguna propuesta”. 
 Como se ve, él tenía el más alto sentido de lo que significa ser comisionado del pueblo para cumplir una función pública, que en una República es siempre temporal y sujeta a la misión específica; es lo que en términos sencillos se describe como un servidor público consciente de su condición de tal. Además, él era de aquellos  que nunca se dejaban confundir por los lauros del poder y mucho menos por los ditirambos de los oportunistas.
Este hecho anecdótico termina cuando el proyecto del vaso de leche fue leído ante el pleno y puesto a consideración. Nos llamó la atención, en primer lugar, que nadie pidiera la palabra para proponer que se estudie el proyecto o directamente se tire al canasto. Un silencio sepulcral reinó en la sala durante más de un minuto, tiempo que a mí me pareció una eternidad. Luego se escuchó un tímido aplauso en el fondo de la sala y ese aplauso fue in crescendo hasta llegar al punto en que la totalidad de los convencionales nos pusimos de pie y seguimos aplaudiendo.
Señor presidente: hoy venimos a darle las gracias en nombre de los niños de la patria beneficiados por su actitud, y también a pedirle disculpas en nombre del pueblo decente, porque supimos del dolor que le causó a usted  la  información de que prósperos gobernadores Departamentales y obesos Intendentes Municipales, se vienen alzando con gran parte de los recursos destinados a la merienda escolar, con la complicidad de una justicia incapaz, que deja impunes esos execrables delitos y permite que sus autores sigan caminando entre nosotros como si fueran personas honorables. Esto tiene un solo nombre, señor Presidente: la INIQUIDAD.
 Por último, también le doy las gracias, señor Presidente, en nombre de los hablantes y amantes de la lengua guaraní, porque usted firmó el decreto soberano constituyendo una comisión de expertos de la lengua para que fuera traduciendo al guaraní día a día los artículos aprobados por la magna convención. Gracias a esa medida el Paraguay es hoy el único país de América que tiene una constitución escrita y aprobada en dos lenguas; y gracias también porque usted le encomendó  a este servidor, el más humilde de los convencionales, dirigir en guaraní la fórmula sacramental del juramente de rigor a los ciudadanos convencionales. En la ocasión les pregunté: Ñane retä Paraguái rérape aporandu peëme.  Peme’ëpa pene ñe’ë pemboajévo akói ha opáichavo ñande ley guasu: y ellos contestaron en coro diciendo: Rome’ë ore ñe’ë. Este episodio es importante porque fue el primer diálogo que entabló el Estado Paraguayo con el pueblo paraguayo en lengua guaraní.
Gracias por todos sus servicios a la patria, mi querido presidente. Por la sabia conducción de la Convención y también por esa defensa inclaudicable de nuestra querida obra que usted ejerció por más de 25 años. La carta magna es, desde hoy, un legado suyo al pueblo paraguayo y lo deja a su cuidado como un padre que entrega su bella hija a la sociedad porque ha llegado a la edad adulta. Esperamos que del pueblo paraguayo prosiga la defensa de la institucionalidad democrática, como lo ha hecho usted, gladiador invicto del constitucionalismo democrático. Muchas  gracias.
          Tadeo Zarratea
     31 de marzo de 2019

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