sábado, 22 de octubre de 2016
No tenemos que ser soberbios
por Tadeo Zarratea.
— ¡Verdad que es ordinario este Nelson Vera!
—, me dijo Tomasito González allá en Avay,
cuando estábamos farreando. Estábamos
allí una partida de amigos después de terminar un trabajo que hicimos ese día;
estábamos esperando que el asado se ponga a punto y mientras le bajamos unos
tragos. También trajeron los muchachos
un conjunto musical recién formado, de Juty,
que tocaban muy bien y cantaban mejor todavía; y todos los amigos estaban
contentos.
Nosotros con Tomasito nos sentamos en una
orilla y le bajamos al trago en medio de una importante conversación, porque
los dos somos supuestamente poetas; por eso es que estábamos sentados cara a
cara como esos viejos tizones en el fuego.
De repente nos descubre el Dr. Nelson Vera y en el acto se puso a gritar
dirigiéndose a los músicos: “¡Ey muchachos por favor tóquenme El Abandonado!
que yo le dedico al Dr. Zarratea y a Tomasito. Aquí están los dos nariz contra
nariz recordando sus tiempos pasados de cuando fueron felices”.
Yo me limité a una carcajada pero Tomasito se
molestó. Resulta que el caso de él era más nuevo y su herida todavía estaba
sangrante. Yo más bien ya llevaba mucho
tiempo de separación conyugal y además ni siquiera era la primera vez que me
había pasado; ya tengo el alma llena de cicatrices por causas de esas cosas.
— ¡Pero verdad que es ordinario este Nelson
Vera! — salió diciendo Tomasito.
— Acaso él cree porque se está llevando bien
con su patrona que eso es eterno. No sabe acaso que las mujeres de hoy en día
ya no soportan los defectos de los hombres, hasta la muerte como antes. Esa es
una historia acabada. Cosa de antes. No tenemos que ser soberbios.
Apenas terminó de decir esto Tomasito y se dio
un largo trago mientras nuestros músicos le daban al canto con la canción
mejicana:
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario