ÑEPYRÜMBY
viernes, 20 de octubre de 2017
Presentación del libro TETÃYGUA PYAMBU de Gregorio Gómez Centurión
ÑEPYRÜMBY
TETÄYGUA
PYAMBU, Ecos de
pisadas de los compatriotas, viene a ser una de las obras capitales del poeta y
pensador villetano Gregorio Gómez Centurión, “Pirulo” para sus amigos y “Ke’y
Puku” para los Paï
Tavyterä.
En
esta obra el autor combina la poesía con la investigación científica del idioma
guaraní, agregando capítulos sobre Etimología, Toponimia, Semántica,
Dialectología, Ecología y denuncia de violación de los Derechos Humanos. Es un
libro que rebosa de sabiduría profunda. Todos estos aspectos solo él los puede
abordar por ahora, porque siendo un hablante nativo del guaraní paraguayo, fue
a vivir más de una década con los Paï-Tavyterä
del Amambay integrando un Equipo de apoyo; de paso tomó contacto con los Ava-Katuete del Kanindeju y con los Mbya-Ka’yguä
diseminados por la Región Oriental. Aprendió los dialectos de dichas parcialidades guaraníticas y leyó con atención las obras de don Leon Cadogan para realizar comparaciones.
En
virtud de estos conocimientos se halla en condiciones de acometer el estudio de
la Etimología y la Toponimia guaraní, aspectos que solo pueden abordar quienes
conocen varios dialectos del idioma, y
además la cosmogonía, la teogonía y la religión de los Guaraní, fuentes
principales de las palabras del idioma.
Es
admirable el esfuerzo que realiza por ubicar el sitio preciso del asiento del
alma en el cuerpo de la persona humana, según la concepción de los Guaraní,
lugar que se halla revelado por la lengua y la cultura de los mismos. Partiendo
del análisis lingüístico, Gregorio llega
a la conclusión de que ellos creen que el alma se halla alojada “en la coana”, en
el “ ä ”, “ñane äme”,
una cavidad donde confluyen las fosas nasales, el extremo superior de la
garganta, el conducto del oído y el cerebro. Tal sería el asiento del alma, de la conciencia
de la persona y del habla; por eso el guaraní considera que la palabra es la
expresión irrebatible de la existencia del alma.
En
este capítulo incluye sus reflexiones sobre el idioma guaraní y su evolución;
señala que el guaraní paraguayo se apartó más que los dialectos indígenas de la
expresión etimológica. No obstante, recomienda que este dialecto asimile los
hispanismos transfonetizados y a la vez se acerque a los dialectos indígenas, de donde
puede extraer gran cantidad de palabras genuinas del idioma, como lo hace él.
Por otra parte, rechaza los neologismos de gabinete diciendo: “he’önguéma heñói ndaha’éigui ñe’ë”. Reivindica
la soberanía lingüística del pueblo hablante y pide que los técnicos prestemos
oídos a las expresiones de los hablantes nativos de la lengua.
En
el capítulo de la Toponimia realiza un análisis lingüístico muy atinado de los
nombres de ríos y arroyos. Señala que la totalidad de los nombres terminados en
/y/ debe pronunciarse sin suspensión glotal y escribirse sin pusó, porque no es
lo mismo Karaguatay, arroyo de los karaguata, que karaguata’y, karaguata de los humedales, un tipo especial de karaguata; lo mismo que Mboiy, arroyo de las víboras, no es
igual a mbói’y, víbora acuática.
Su
gran rescate es el nombre del río Jejuí, una palabra que no es castellana ni
guaraní; la gente decía que debe ser lengua Mbayá o de otra nación. Gregorio
revela en esta obra que ese río se denomina en guaraní: “El río de los
palmitos”, porque “jejy” es “palmito” en este idioma y solo se le agrega una
segunda /y/ para que la palabra señale que es un curso de agua: “Jejyy”,
palabra totalmente transfigurada por quienes no han podido pronunciarla. El
autor nos informa que tal nombre sostiene en la oralidad hasta el presente el pueblo Ava-guaraní (Katuete)
con: Jejyyguasu y Jejyymi. Este es un aporte extraordinario del gran “Pirúlo”.
La
segunda parte del libro constituye cuatro poemas dedicados a la Ecología, pero
no ya la protesta del poeta por la devastación de las selvas, ya manifestada en libros anteriores; esta
vez, como un homenaje, ensalza a cuatro
árboles nativos: mbokaja,
guapo’y, juasy’y, tajy. En todos los casos
explica la etimología de los nombres, señala las propiedades y utilidades de dichos árboles y concluye con “Tajy mbohapy”, poema en el cual los
tres últimos lapachos del mundo piden clemencia ante su inminente exterminio.
La
tercera parte del libro incluye, en su primera parte, otra investigación
científica referida al idioma guaraní. Explica y trata de enderezar un error
cometido por don León Cadogan en la transcripción del morfema de negación “e’ÿ”, en
palabras como “maräe’ÿ”, trasncrito
como “marä’eÿ”. Gregorio testifica haber escuchado muy atentamente a
los indígenas mbya, paï y ava pronunciar dicha
negación y que el error es real, la transcripción de Cadogan esta errada; debe
ser “Yvy maräe’ÿ” y no “Yvy
marä’eÿ”. Para demostrar el error presenta varios
ejemplos de frases recogidas de boca de los indígenas, tales como: “omanoe’ÿre
oñotÿ hikuái”, “ijysapy maräe’ÿ rupi”. El autor
expresa su más absoluto respeto por las obras de Cadogan y las convalida en
todo, pero sostiene que este punto debe corregirse en honor a la verdad y al
idioma; menciona a varios líderes indígenas prestigiosos que le han confirmado
el error en el registro de dicha palabra.
El
contenido siguiente de esta tercera
parte conforman varios poemas sobre
temas diversos, entre ellos uno a su querida “Guasu Kora” y termina
con una reivindicación y afirmación rotunda: “Tetäygua
mba’e ko yvy paraguái”.
La
cuarta y última parte del libro comienza, casi como si fuera ya habitual, con
unas reflexiones filosóficas sobre “lo femenino y lo masculino en el pensamiento guaraní”, para
incluir luego dos largos poemas; el primero: “Ñandépa máva avei”, una suerte de prolongación de “Mávapa ha’e ñande” y “Kokueygua marandeko”, crónica de la
lucha campesina contra la dictadura de Alfredo Stroessner.
En
el primero aborda el tema de la alteridad; la necesidad de la existencia “del
otro”, para que podamos existir “nosotros”; exalta el “Ñande” y enjuicia el “Ore”
que reina en la sociedad excluyente. Denuncia a los sojeros como destructores
del ambiente y de la sociedad paraguaya, y reclama que se reduzcan las grandes
diferencias existentes entre los paraguayos por el bien de la nación.
El
segundo poema tal vez venga a ser la parte fundamental de este libro por lo
inédito del tema: la historia reciente de la lucha de los campesinos contra la
dictadura. Esta es una historia jamás contada por militante alguno ni por testigos
presenciales, torturados ni torturadores. El autor desnuda y denuncia aquella
lucha desigual; el sueño que impulsó a los campesinos, la sórdida lucha, el
aparato represor del gobierno, sus tentáculos en la sociedad, la resistencia de
los combatientes, la agonía de los torturados y la muerte como castigo por
sostener tan altos ideales.
Ha’éta
mante che ñe’ëme.
Ha’eténte chéve ku nda’epáiva ä
ha’eséva añe’ëgui ajúvo karai ñe’ëme. Ajevérö aityvyróta mante avañe’ë ha’epaite haguä mba’eichaitépa
hakua ha ipypuku ko “Pirúlo” rembiapopy. Remañaháguio hesénte iporä; nda’ipóri
ñamombo va’erä hese. Hi’äite va’erä niko chéve, sapy’ánte, che avei ahkrivi peichagua
lívro, arandúgui henyhëva ha ijeguaka saingopáva. Ndahetái oï tapicha paraguái
äva ojapova’erä. Ajevérö niko tekotevé ñambojeroviami ko ñande poéta péva. Mamo
piko jaikuaa hekoviánepa ñande apytépe. Hese ae niko jaikuaa umi mba’e vai
oikoeta va’ekue ñane retäme; mávapa ha’e ñande ha mávapa avei ñande;
mamóguipa osë umi ñande ysyrykuéra réra; mamoitépa ojaitypo ñane ánga
ñande retepýpe; mba’épa he’ise ñande yvyra kuéra réra ha hetaiteve mba’e.
Añesupehë ha añakäity ko ñande rapicha rembiapopy rovái. Aguerohory
ha amomba’eguasu, ha ahovasa va’erä mo’ä avei chemba’ereroviáva rire ramo. Opáichavo, péina aheja pende pópe aipotágui
penembovy’a ha penderesape’a. Aikuaa horytaha pene korasö peleévo; omyesakätaha
pene apytu’ü ha oipyso puku taha penemborayhu ñane ñe’ë ha ñane retä rehe.
Tadeo
Zarratea
Julio 2017
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