Aprobación del Pabellón y Escudo Nacional en el Tercer Congreso reunido en el templo de la Encarnación el 25 de noviembre de 1842, bajo la presidencia de don Carlos Antonio López.
Óleo sobre lienzo de Guillermo Ketterer pintado en 1957.

viernes, 20 de octubre de 2017

Presentación del libro TETÃYGUA PYAMBU de Gregorio Gómez Centurión

                                          
                             ÑEPYRÜMBY

TETÄYGUA PYAMBU,  Ecos de pisadas de los compatriotas, viene a ser una de las obras capitales del poeta y pensador villetano Gregorio Gómez Centurión, “Pirulo” para sus amigos y “Ke’y Puku” para los Paï Tavyterä.
En esta obra el autor combina la poesía con la investigación científica del idioma guaraní, agregando capítulos sobre Etimología, Toponimia, Semántica, Dialectología, Ecología y denuncia de violación de los Derechos Humanos. Es un libro que rebosa de sabiduría profunda. Todos estos aspectos solo él los puede abordar por ahora, porque siendo un hablante nativo del guaraní paraguayo, fue a vivir más de una década con los Paï-Tavyterä del Amambay integrando un Equipo de apoyo; de paso tomó contacto con los Ava-Katuete del Kanindeju  y con los Mbya-Ka’yguä diseminados por la Región Oriental. Aprendió los dialectos de  dichas parcialidades guaraníticas y  leyó con atención  las obras de don Leon Cadogan para realizar comparaciones.
En virtud de estos conocimientos se halla en condiciones de acometer el estudio de la Etimología y la Toponimia guaraní, aspectos que solo pueden abordar quienes conocen varios dialectos del idioma,  y además la cosmogonía, la teogonía y la religión de los Guaraní, fuentes principales de las palabras del idioma.
Es admirable el esfuerzo que realiza por ubicar el sitio preciso del asiento del alma en el cuerpo de la persona humana, según la concepción de los Guaraní, lugar que se halla revelado por la lengua y la cultura de los mismos. Partiendo del análisis lingüístico,  Gregorio llega a la conclusión de que ellos creen que el alma se halla alojada “en la coana”, en el “ ä ”, “ñane äme”, una cavidad donde confluyen las fosas nasales, el extremo superior de la garganta, el conducto del oído y el cerebro. Tal sería el asiento del alma, de la conciencia de la persona y del habla; por eso el guaraní considera que la palabra es la expresión irrebatible de la existencia del alma.
En este capítulo incluye sus reflexiones sobre el idioma guaraní y su evolución; señala que el guaraní paraguayo se apartó más que los dialectos indígenas de la expresión etimológica. No obstante, recomienda que este dialecto asimile los hispanismos transfonetizados y a la vez se acerque a los dialectos indígenas, de donde puede extraer gran cantidad de palabras genuinas del idioma, como lo hace él. Por otra parte, rechaza los neologismos de gabinete diciendo: “he’önguéma heñói ndaha’éigui ñe’ë”. Reivindica la soberanía lingüística del pueblo hablante y pide que los técnicos prestemos oídos a las expresiones de los hablantes nativos de la lengua.
En el capítulo de la Toponimia realiza un análisis lingüístico muy atinado de los nombres de ríos y arroyos. Señala que la totalidad de los nombres terminados en /y/ debe pronunciarse sin suspensión glotal y escribirse sin pusó, porque no es lo mismo Karaguatay, arroyo de los karaguata, que karaguata’y, karaguata de los humedales, un tipo especial de karaguata; lo mismo que Mboiy, arroyo de las víboras, no es igual a mbói’y, víbora acuática.
Su gran rescate es el nombre del río Jejuí, una palabra que no es castellana ni guaraní; la gente decía que debe ser lengua Mbayá o de otra nación. Gregorio revela en esta obra que ese río se denomina en guaraní: “El río de los palmitos”, porque “jejy” es “palmito” en este idioma y solo se le agrega una segunda /y/ para que la palabra señale que es un curso de agua: “Jejyy”, palabra totalmente transfigurada por quienes no han podido pronunciarla. El autor nos informa que tal nombre sostiene en la oralidad  hasta el presente el pueblo Ava-guaraní (Katuete) con: Jejyyguasu y Jejyymi. Este es un aporte extraordinario del gran “Pirúlo”.
La segunda parte del libro constituye cuatro poemas dedicados a la Ecología, pero no ya la protesta del poeta por la devastación de las selvas,  ya manifestada en libros anteriores; esta vez,  como un homenaje, ensalza a cuatro árboles nativos: mbokaja, guapo’y, juasy’y, tajy. En todos los casos explica la etimología de los nombres, señala las propiedades y utilidades  de dichos árboles y concluye con “Tajy mbohapy”, poema en el cual los tres últimos lapachos del mundo piden clemencia ante su inminente exterminio.
La tercera parte del libro incluye, en su primera parte, otra investigación científica referida al idioma guaraní. Explica y trata de enderezar un error cometido por don León Cadogan en la transcripción  del morfema de negación “e’ÿ”, en palabras como “maräe’ÿ”, trasncrito como “marä’eÿ”. Gregorio  testifica haber escuchado muy atentamente a los indígenas mbya, paï  y ava  pronunciar dicha negación y que el error es real, la transcripción de Cadogan esta errada; debe ser “Yvy maräe’ÿ” y no “Yvy marä’eÿ”. Para demostrar el error presenta varios ejemplos de frases recogidas de boca de los indígenas, tales como:  “omanoe’ÿre oñotÿ hikuái”, “ijysapy maräe’ÿ rupi”. El autor expresa su más absoluto respeto por las obras de Cadogan y las convalida en todo, pero sostiene que este punto debe corregirse en honor a la verdad y al idioma; menciona a varios líderes indígenas prestigiosos que le han confirmado el error en el registro de dicha palabra.
El contenido siguiente de esta  tercera parte  conforman varios poemas sobre temas diversos, entre ellos uno a su querida “Guasu Kora” y termina con una reivindicación y afirmación rotunda: “Tetäygua mba’e ko yvy paraguái”.
La cuarta y última parte del libro comienza, casi como si fuera ya habitual, con unas reflexiones filosóficas sobre “lo femenino y  lo masculino en el pensamiento guaraní”, para incluir luego dos largos poemas; el primero: “Ñandépa máva avei”, una suerte de prolongación de “Mávapa ha’e ñande” y “Kokueygua marandeko”, crónica de la lucha campesina contra la dictadura de Alfredo Stroessner.
En el primero aborda el tema de la alteridad; la necesidad de la existencia “del otro”, para que podamos existir “nosotros”; exalta el “Ñande” y enjuicia el “Ore” que reina en la sociedad excluyente. Denuncia a los sojeros como destructores del ambiente y de la sociedad paraguaya, y reclama que se reduzcan las grandes diferencias existentes entre los paraguayos por el bien de la nación.
El segundo poema tal vez venga a ser la parte fundamental de este libro por lo inédito del tema: la historia reciente de la lucha de los campesinos contra la dictadura. Esta es una historia jamás contada por militante alguno ni por testigos presenciales, torturados ni torturadores. El autor desnuda y denuncia aquella lucha desigual; el sueño que impulsó a los campesinos, la sórdida lucha, el aparato represor del gobierno, sus tentáculos en la sociedad, la resistencia de los combatientes, la agonía de los torturados y la muerte como castigo por sostener tan altos ideales.
Ha’éta mante che ñe’ëme.
Ha’eténte chéve ku nda’epáiva ä ha’eséva añe’ëgui ajúvo karai ñe’ëme. Ajevérö aityvyróta  mante avañe’ë ha’epaite haguä mba’eichaitépa hakua ha ipypuku ko “Pirúlo” rembiapopy. Remañaháguio hesénte iporä; nda’ipóri ñamombo va’erä hese. Hi’äite va’erä niko chéve, sapy’ánte, che avei ahkrivi peichagua lívro, arandúgui henyhëva ha ijeguaka saingopáva. Ndahetái oï tapicha paraguái äva ojapova’erä. Ajevérö niko tekotevé ñambojeroviami ko ñande poéta péva. Mamo piko jaikuaa hekoviánepa ñande apytépe. Hese ae niko jaikuaa umi mba’e vai oikoeta va’ekue ñane retäme; mávapa ha’e ñande ha mávapa avei ñande; mamóguipa  osë umi ñande  ysyrykuéra réra; mamoitépa ojaitypo ñane ánga ñande retepýpe; mba’épa he’ise ñande yvyra kuéra réra ha hetaiteve mba’e.
Añesupehë ha añakäity  ko ñande rapicha rembiapopy rovái. Aguerohory ha amomba’eguasu, ha ahovasa va’erä mo’ä avei chemba’ereroviáva  rire ramo. Opáichavo, péina aheja pende pópe aipotágui penembovy’a ha penderesape’a. Aikuaa horytaha pene korasö peleévo; omyesakätaha pene apytu’ü ha oipyso puku taha penemborayhu ñane ñe’ë ha ñane retä rehe.      
                               Tadeo Zarratea
                                         Julio 2017

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