Escribo
esta crónica porque creo que el de enero de 2.020 fue mi último viaje a mi
querida España. Hallándome sin pareja y
con la edad que tengo no creo que vuelva allá, salvo alguna circunstancia muy
especial. Viajar solo ya representa para mí un riesgo. Esta vez tuve suerte; no
tuve ningún percance porque me acompañó la buena salud.
Mi estancia en
Madrid. Llegué a Madrid el 15 de
enero del año 2.020, en viaje de vacaciones.
Fue la primera vez que me pagué el pasaje, porque las tres veces
anteriores he ido como invitado, con
pasaje y hotel incluidos. También fue la primera vez que no me esperaba
allá ninguna actividad cultural ni académica. Por tanto, podía
disponer enteramente de mi tiempo.
Me
alojé en una posada ubicada en Puerta del Sol; un lugar ya conocido por mí y
donde me encuentro muy a gusto. A la casa de mi hija solo iba de visita a ver a
mis nietos. El resto del tiempo lo empleaba en vagar por el microcentro. Visité los museos
del Prado y de la Reina Sofía, la Real Academia, con el propósito de ver a mi amigo Rafael
Rodríguez Marín y me dijeron que ya no trabaja allí porque se jubiló. Caminé
por La Gran Vía, La Montera, Callao. Visité las fuentes de Cibeles y de
Neptuno; comí a gusto mariscos y los jamones ibérico y serrano, y lógicamente visité “La Casa del Libro” sobre
Gran Vía, donde después de curiosear en la sección Lingüística me compré una
agenda para anotar hechos y cosas para este Diario y me llevé la sorpresa de
que no traía ningún dato escrito en castellano.
Mi hija Laura. Mi
única hija: Laura de Anaï Zarratea Herreros, su esposo Diego Andrés Ocampos Gubler y sus hijos viven
en Madrid desde hace más de 10 años. Ella es Médica Oftalmóloga y su
esposo Médico Otorrino Laringólogo. Es
una pareja muy meritoria porque como migrantes que son, tuvieron que sortear
muchas dificultades allí, a donde fueron sin más herramientas que sus
respectivos títulos con el fin de realizar estudios de especialización a nivel
de postgrado, y se quedaron contratados
ambos. Mis nietos españoles son: Sara de 7 años (en 2.020) y Sebastián de 5 años;
niños encantadores, educados con mucho
cariño por sus padres.
Fernando VII. En
el Museo del Prado hay un cuadro de la familia del Rey Carlos IV en el cual
aparece uno de sus hijos, un príncipe joven
que luego reinó con el nombre de
Fernando VII. Durante el reinado de éste Napoleón invadió y ocupó España, el
Rey se exilió y los países de América aprovecharon para independizarse. Dicen
que el cuadro fue pintado en el año 1.800, once años antes de nuestra
independencia. Quería traer la réplica de ese cuadro pero no había en ese
momento en el Prado. Me interesa por la
leyenda que da cuenta de una discusión entre el Dr. Francia y los militares
realistas que le pidieron que ponga sobre la mesa los argumentos que tenía para
revelarse contra el Rey de España, y Francia les dijo: “Estos son mis
argumentos contra Fernando VII” y depositó su revólver sobre la mesa. Yo quiero
tener en mi casa el retrato de ese joven que era el legítimo Rey de España cuando se independizó el Paraguay. Quisiera
tenerlo para decirle a mis amigos cuando se ponen altaneros: mirá, allí está el
último Rey del Paraguay.
A conocer España. Soy
guaraniólogo y como tal vengo luchando por más de 40 años por posicionar mejor a
la lengua guaraní. La gente me considera muy radical, pero se equivocan. Yo sé
que no soy guaraní sino paraguayo, tampoco soy español pero se que una de mis raíces está en España. Por eso, después de visitar tantas
comunidades indígenas pertenecientes a la nación guaraní, de convivir con ellos,
de trabajar en favor de ellos en la
defensa de sus respectivos hábitat y de sus territorios, de
estudiar su cosmogonía, su
teogonía, su religión y su modo de vida
con el fin de conocer mis raíces, he tratado de conocer aquel otro país que
guarda mi segunda raíz.
Mi visita el Norte. En mis anteriores
viajes a España me llevaron a conocer el
norte, sobre todo Euskadi (el país Vasco), cuna de mis ancestros “los
Zarratea”. En nuestro primer viaje con
mi esposa Margarita Herreros, un amigo mío, el Lingüista Román Berriozabal
Aspitarte junto con su
esposa Mersche y con su propia camioneta,
nos hizo recorrer en dos días todo el país vasco, ciudad tras ciudad. Luego volví allí en dos oportunidades
más.
Visita al “Levante”. Una década después, ya
con mi segunda esposa, Perla Zelaya Burgos, nos llevaron a Barcelona por una semana para unas jornadas de lingüística y
situación de lenguas minorizadas. Allí conocí gran parte de lo que ellos llaman
“el levante español” que no es otra cosa que “el Este”.
Visita al Oeste. Años
después el Poder Judicial me envió becado por un mes a La Coruña, Galicia, a realizar
un curso de Derecho Social, que así lo denominan allí al Derecho Laboral. Entonces
conocí Pontevedra, Vigo, Lugo, Ferrol, Finisterre, otras ciudades gallegas y su
capital Santiago de Compostela. En esa oportunidad conocí el Oeste de España. Ese viaje también aproveché para conocer en dos
fines de semana Lisboa, Coimbra, Porto, Fátima y otras ciudades de Portugal.
Pero
me faltaba conocer el sur, y quería
conocerlo porque me decían que allí estaba la España profunda, la “verdadera” España;
y era verdad. Comprobé en este viaje que quienes tienen mayor identidad española y apego a España son los andaluces. Ellos no son como los vascos ni como los gallegos ni como los catalanes que al tiempo de ser españoles reivindican otras nacionalidades, y lo hacen con razón, porque tienen sus lenguas, sus culturas propias y sus historias; pero eso no ocurre con estos "Andaluces de relámpagos // nacidos entre guitarras // y templados en los yunques // torrenciales de las lágrimas",; como los describiera mi poeta preferido don Miguel Hernández. Ahora tengo la satisfacción de haber conocido toda la Andalucía.
Mi viaje al sur. A
tal efecto le pedí a mi hija que escogiera de entre las ofertas turísticas
un periplo que abarcara todo el sur y
que contratara los servicios de una empresa de turismo. Así lo hizo ella.
Encontró una muy buena opción para lo que yo quería. En la víspera de mi viaje
vine a dormir en casa de mi hija y en la madrugada tomé el metro, el Nº 3,
amarillo, en la estación Legaspi rumbo a La Moncloa y en 25 minutos ya me bajé
en la estación Ventura Rodríguez; desde allí caminé con mis valijas hasta las
oficinas de la Agencia, en las calles
Ferraz y Evaristo San Miguel. Era el 20 de enero de 2.020 a las 6,30 de
la mañana. Allí encontré a una pareja joven de chinos. La comunicación fue
difícil por el hecho de que yo no hablo inglés. Luego llegó una pareja de
árabes adultos con quienes era más difícil todavía entendernos. Los chinos eran
de Hong Kong y los árabes de Kuwait. El chofer me ubicó a su lado, oficié de
copiloto y puso a las dos parejas detrás de nosotros. Solo nosotros hablábamos
castellano, pero el chofer hablaba en inglés con los otros pasajeros.
Salimos para Córdoba. Ese
día 20 de enero del 2.020 al medio día llegamos a Córdoba. Antes de llegar me
impresionaron dos cosas: pasar por cerca de Jaen y recodar los versos de Miguel Hernández: “Jaén: yérguete brava /sobre tus piedras lunares. No vayas a ser
esclava/ con todos tus olivares” (amados versos de mi juventud). Luego me
impresionó el paso sobre el río Guadalquivir, obligándome a recordar a Federico.
Luego lo vi mejor en Sevilla, cerca ya de su desembocadura. Un río hermoso. Lo
primero que me mostraron fue el “Puente Romano”, construido por el Emperador
Romano Claudio Marcelo sobre el Guadalquivir. Me cuentan que Córdoba fue
fundada en el año 169 antes de Cristo. Fue una ciudad fenicia, luego tomada por
los romanos, luego por castellanos, luego por los árabes, y finalmente por los españoles.
La atracción principal de Córdoba es su gran Mezquita Árabe
(valga la tautología). Un templo impresionante por lo grande y lo hermoso. Su
interior debe tener más de 10.000 metros cuadrados; (más de una hectárea). Tiene
actualmente 800 columnas, toditas ornamentadas en forma diferente, y dicen que tuvo más de mil, pero una parte
fue derrumbada. Dentro de la misma los cristianos construyeron una iglesia
catedral, grande y hermosa también pero por lejos de menor nivel
arquitectónico, escultórico, y ornamental. Las molduras y los decorados de la
Mezquita son preciosos. Es la edificación más impresionante que he visto hasta
entonces. Se la llama LA MEZQUITA- CATEDRAL. Tiene dos altares mayores: uno
musulmán y otro católico. Luego varios otros altares.
Comentario
aparte se merece el salón del coro. Tiene como 200 asientos para músicos y coristas,
todos de una madera negruzca que se llama ébano y dicen que fueron llevadas de
Cuba. Cada asiento está primorosamente tallado y dedicado a un santo, con la
efigie tallada del mismo. Yo me salí pensando: ¡ lo que pueden hacer las
religiones !. ¡ Qué impresionante poder tienen las iglesias!.
No lejos de la Mezquita-Catedral se encuentra EL ALCAZAR.
Esta palabra significa palacio y al parecer es palabra árabe. Lo cierto es que
es un enorme palacio construido con piedras amarillentas cortadas en grandes bloques.
Una fortaleza que siempre ofició de
palacio real y para todo tipo de Reino, según dicen. Cuentan que allí se reunió por primera vez Cristobal Colón con
los Reyes Católicos. Nuestro Guía de turista en Córdoba fue muy eficiente.-
Salimos para Sevilla.
Bien entrada la tarde del mismo día 20 salimos para Sevilla, a donde
llegamos ya al anochecer. Nos hospedaron en el Hotels NH de la vía Pol y
Balbino Marrón. Esa noche descansamos y al otro día bien de mañana salimos con
una Guía de Turista a recorrer la ciudad. Una ciudad más que hermosa, exquisita,
por la riqueza y belleza de sus edificios, amarillos en su mayoría por la que
la llamo “la ciudad amarilla”. Allí se mezclan lo clásico con lo moderno, las
arquitecturas de todas las culturas que pasaron por ella, las esculturas de
todas las épocas y edades, las casas más bonitas que he visto en mi vida. Una
ciudad aireada, limpia, espaciosa, en la cual todo se ha hecho con arte y buen
gusto. Allí, el río Guadalquivir atraviesa la ciudad como a un kilómetro antes
de su desembocadura en el mar. Un río hermoso y dicen que de comportamiento muy
regular. No se ven huellas de inundaciones. Allí está la torre de oro, en su
rivera derecha, la llaman así porque
como un tiempo ofició de Aduana, se cree que por allí pasó todo el oro llevado
de América. Esta ciudad era entonces la capital económica y comercial de
España. Allí estaba la famosa “Casa de Contratación de Sevilla” y el “Archivo
General de Indias” que me cupo visitar.
Sevilla registra la misma historia que Córdova; fue fenicia,
romana, cristina, árabe, judía, y hoy y por ahora, católica de nuevo. Los
árabes fueron expulsados de allí en el año 1.248, pero su vecina, Granada,
resistió dos siglos más y cayó en manos de la España Católica en el año 1.400. Fue el
último bastión árabe en la península.
Cuentan
que casi todos los insumos y equipajes de Colón fueron adquiridos en esta
ciudad de Sevilla y aquí fue firmada la famosa “Capitulación” ( un contrato
formal y solemne) con los Reyes
Católicos para el arriesgado y desafiante viaje de Cristobal Colón.
En la mañana del 21 de enero visité el Archivo General de
Indias, pero no encontré ningún documento histórico. La casa fue vaciada temporalmente para instalarse allí una gran exposición de fotografías,
objetos, herramientas varias y otros adminículos usados por Hernando de
Magallanes y sus hombres en su expedición alrededor del mundo. Obtuve muchas
fotos. Las verán. Magallanes y los miembros
de su tripulación fueron unos hombres valientes y temerarios que salieron a
buscar una ruta alternativa hacia el oriente porque España necesitaba una ruta distinta de la de
Portugal. Además Italia había monopolizado la tenencia de “las especias” y
elevado los precios a las nubes. España no tenía nada con que condimentar sus
alimentos y la comida era muy desabrida. Fue una búsqueda desesperada la
realizada por Magallanes y completada por su lugarteniente Sebastián Elcano, luego de la absurda muerte
de Hernando de Magallanes en Las Molucas.
En Sevilla tampoco pude ingresar al Alcázar o Palacio Real
por falta de tiempo; la fila era muy larga. Cuentan que cuando los reyes de
España vienen a Sevilla, moran allí hasta ahora.
En el centro de Sevilla hay una suerte de barrio en el cual cada país sudamericano, menos el
Paraguay, tiene una casa; por lo general un pequeño castillo. Dicen que todas
fueron construidas para una gran exposición comercial realizada allí en el año
1929, para la presentación de todo tipo de productos. Actualmente casi todas esas casas se
hallan alquiladas a Universidades, menos la casa de Colombia, que la usa como
consulado. Evidentemente don Eligio Ayala prefirió invertir en armamentos para
la defensa del Chaco antes que construir una casa paraguaya en Sevilla en aquel
crítico año de 1929.
El edificio más impresionante de Sevilla es el llamado PLAZA
DE ESPAÑA. Tendría unos 500 metros de largo por 50 de ancho, construida para la
gran exposición del año 1.929, en semicírculo, alrededor de una gran plaza
central. La arquitectura es esplendorosa y los materiales exquisitos: piedras de todo
tipo y gamas, cerámicas de distintos orígenes, maderas de toda clase, hierros artísticamente forjados, mármoles de todos los colores, alabastros y otros más. Cuentan que este
edificio, de una sola planta, fue concebida y construida por un Arquitecto
Sevillano de apellido González; y no recuerdan más. Hoy día cumple diversas
funciones. Es alquilada por partes a Centros Culturales, artísticos,
turísticos, etc.
No pude ingresar a su catedral de Sevilla pero
la vi desde afuera, desde atrás, donde resplandece la arquitectura árabe.
Me llevaron al barrio judío, presumiblemente la parte más
antigua de la ciudad; tiene callejuelas de tres metros de ancho pero suntuosas
casas apiñadas, dicen que fue para la autodefensa entre vecinos, Las
construcciones son evidentemente posteriores al medioevo.
Nuestra
Guía de turismo se despidió de nosotros en Plaza de España. Entonces contraté
una carroza tirada a caballo para recorrer otras partes no turísticas de la ciudad y una enorme plaza denominada
“María Luisa”, dicen que en homenaje a una infanta que promovió su creación.
En
otra plaza me encontré con el monumento al poeta Gustavo Adolfo Becker, poeta
romántico de mi juventud (ver fotos) No
me pudieron llevar hasta la glorieta y calle que recuerda a don Antonio
Machado, hecho que lamento, pero lo tuve cerca en mis recuerdos, musitando en mi interior sus famosos versos: “Mi infancia son recuerdos de un patio de
Sevilla // De un huerto claro donde madura el limonero // Mi juventud, 20 años
en tierras de Castilla // Mi historia, algunas cosas que recordar no quiero”.
Pero días después me tomé el desquite, cuando visité Alcalá de Henares y caminé varias cuadras por la “calle Antonio
Machado”.
Sevilla
tiene hoy más de diez puentes sobre el Guadalquivir, un río que allí tendría
como 300 metros de ancho, y es muy hermoso. La tierra es arcillosa, amarilla, y
la ciudad bastante húmeda. Se halla intensamente arborizada. Hay árboles
nativos y exóticos por doquier y de
todas las edades. Los patios interiores
de los palacios y las casas de vecinos se hallan con todo tipo de árboles frutales.
Me impresionó la gran cantidad de “apepú”
en tiempo de maduración y me acordé de mi Asunción de azahares. Resulta que
cuando llegué de Yuty en 1963, las calles Yegros, Caballero, Iturbe,
Independencia, etc. estaban llenas de apepú, desde el río hasta la calle Tte. Fariña, con sus fragantes azahares.
Luego a esas plantas, descuidadas, les tomaron una telaraña amarilla y se
fueron secando. Eran hermosas y cantadas
por los poetas de entonces. Sabido es que el coco y el apepú son los árboles que más resisten al calor de las ciudades;
se ve que Asunción tuvo, en algún tiempo, Intendentes inteligentes. Hoy, los pocos árboles que
quedan se encuentran sin “médicos”, a la
de Dios. Y si queremos arborizarla de nuevo, tendremos que hacerla los vecinos, en cada barrio, sin comunicar a
las autoridades comunales, porque pueden impedirnos.
No cabe dudas de que los paraguayos necesitamos viajar mucho
más y observar las cosas, conocer otras realidades. Solo de esa forma podríamos
superar la idea de que nuestro país es un paraíso, idea que engendró en
nuestras mentes el dictador Stroessner para su propio provecho. Tenemos que
salir para comprobar que somos uno de los países menos desarrollados, más
primitivos y desordenados de América.
Concluyendo
digo: si me dieran la opción de escoger una ciudad española para vivir,
escogería sin lugar a dudas, Sevilla, por
su clima, su gente, su belleza natural y arquitectónica. Y si Dios me diera a escoger entre el cielo o Sevilla, me bajaría de nuevo a
Sevilla.
Llegamos a Granada.
El 22 de enero del 2.020 salimos de Sevilla a las 8.00 y llegamos a Granada a
las 11.00. Nos instalamos en el hotel Abades-Nevada Palace de 4 estrellas, sobre la calle De la Sultana 3 y de inmediato
nos vestimos para salir. Nos llevaron a ver LA ALAMBRA DE GRANADA,
una de las más grandes maravillas de la arquitectura universal. Me explicaron
pero no recuerdo por qué se llama La
Alambra. Lo cierto que es un palacio árabe impresionante. Un despliegue de
arte arquitectónico y escultórico indescriptible. Estando allí uno cree que
puede traer todo en fotos o videos para que los seres queridos la compartan,
pero eso no es posible. Solo el ojo humano puede abarcar todo y admirar como
corresponde. Recorrerlo lleva como 2 horas. Son innumerables habitaciones y
jardines intermedios, monumentos, esculturas, pinturas, tapices, etc. Fue el
palacio del Kalifa o Sultán. La Guía no nos supo decir quién fue, cuál fue el
nombre del último rey árabe que resistió al asedio durante tanto tiempo allí y
finalmente fue vencido y expulsado de España. Los españoles ocultan exprofeso
esos datos. No cuentan la historia completa ni con fidelidad. Lo mismo me
hicieron en Segovia, en mi viaje anterior, cuando pregunté del nombre del
Kalifa árabe que construyó ese castillo tan hermoso. Me dijo el guía que no recordaba.
La obediencia del español a la iglesia católica raya la estupidez.
La
Alambra se halla construida en la parte media
de una montaña, entre la cumbre y el valle. Tiene una fuente de agua
potable permanente que baja de la cumbre
y la Alambra y el Generalife aprovechan de todas las
formas. El excedente dejan que baje al valle, donde está el centro de la ciudad
de Granada.
El generalife
.Terminada la visita al palacio se pasa al generalife, que así se llama la casa de verano del Sultán. Allí
se encuentran menos construcciones, menos superficies cubiertas, más amplitud,
más espacios libres, pero muchos, muchísimos y bellísimos jardines. Jardines
maravillosos hoy, cinco siglos después de haberse ido de allí el “propietario”.
Cuentan que los jefes árabes exigían que
sus casas de descanso tengan tres clases de bellezas; la
visual, que se expresa con los colores y la armonía en la disposición de
los elementos materiales; la olfativa que se manifiesta con la fragancia
y la auditiva que se disfruta por medio de los sonidos. Con las flores y las esculturas se producen
las bellezas visuales. Allí hay flores durante todo el año, mientras las
pequeñas cascadas de agua, liberadas a
través de caños de diversos calibres y desde diversas alturas, producen todo
tipo de sonidos que parecen una orquesta. El Generalife es un
verdadero edén aquí en la tierra. Los religiosos deberían conocer para imaginar
el cielo a donde irán a vivir la vida eterna.
Para
uno explicarse cómo Granada pudo resistir dos siglos más que las demás ciudades
del entorno, habría que ver su ubicación, su topografía y la cantidad, la
calidad y la forma estratégica de emplazamiento de sus armamentos. De ninguna
amanera sería fácil conquistar esa fortaleza.
Cuentan que apenas conquistada La
Alambra, los cristianos destruyeron la Mezquita (catedral árabe) que se
encontraba dentro de la fortaleza y construyeron en su lugar la catedral
católica; una obra que desentona totalmente con la belleza arquitectónica del resto y es artísticamente mucho más pobre
. También dentro de la fortaleza se encuentra un palacio cristiano inconcluso.
Dicen que el Rey Carlos V, nieto de los Reyes Católicos Fernando e Isabel e
hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, contrajo matrimonio en Sevilla y se fue a
pasar su luna de miel en Granada. Allí mismo ordenó la construcción de un
palacio para uso de la familia real dentro de la fortaleza, pero terminó su
reinado sin concluirse la obra y nadie
la concluyó hasta hoy.
Es
pertinente recordar que La Alambra
fue abandonada por cerca de 200 años por los españoles luego de su conquista.
Se cree que en algún tiempo la iglesia habría prohibido la visita por tratarse
de “una ex cueva de infieles”. Fue cubierta por la maleza, pero lo redescubrió
un escritor yankee llamado Washintong Irving que quedó a vivir
allí un tiempo y escribió su libro: “Cuentos de la Alambra”, en el año
1.829, cuentos de historias fantásticas que allí se tejen, como aquel que narra
el degüello de los 12 mejores generales del Sultán porque nadie quiso confesar
que se acostó con la Sultana. Las
testigos vieron el acto pero no pudieron identificar al varón. Entonces el
Sultán, personalmente, procedió al
degüello de todos, y yo estuve en el salón donde supuestamente se produjo aquel episodio.
Nótese
que el redescubrimiento de La Alambra se parce un tanto al descubrimiento del
Machu Pichu. Además, ambos son hoy día
tesoros culturales de la humanidad que el turismo explota y reditúa miles de millones
diariamente a sus propietarios. Claro que para ello intervino la UNESCO, la
Unión Europea y ahora el turismo chino que, dicho sea de paso, está salvando a
Europa porque más del 80 % de los turistas son chinos; los nuevos ricos del
mundo.
Un nuevo invento. En Granada conocí y usé por primera vez el water/
inodoro que trae incorporado el bidet. Cuando usted lea esta anécdota el hecho ya no será novedad.
Terminada la gestión uno oprime un botón y de la parte posterior del artefacto
sale un caño de goma con agujeros bien dispuestos y de la misma sale el chorro
de agua que le lava el ano al usuario.
No me gustó. No lo cambio por el bidet tradicional que hasta la fecha no es
superado. Actualmente, en todo el primer mundo se utiliza para el efecto la
duchita parecida al auricular de un teléfono antiguo, pero ese artefacto le obliga a uno a mojarse
las manos, en cambio el bidet tradicional, que hace brotar el agua desde abajo,
en forma directa, no, salvo circunstancias especiales. Por tanto, no lo cambio
por ninguno de los dos más modernos.
En
suma, esta es la “Granada/ tierra
ensangrentada/ en tardes de toros” que me cupo conocer.
Visitamos Valencia.
En la tarde del 23 de enero llegamos a Valencia
Nos instalaron en el hotel y nos dejaron libres. Esta ciudad no pude
conocer ni disfrutar de ella por falta de Guía de Turista. Fue la única ciudad
en la cual no tuvimos ese servicio. Entonces yo salí, fui a la plaza de donde
salen los buses del city tour, abordé uno que tampoco tenía Guía, me proveyeron
el auricular que de alguna manera sustituye al Guía, pero el castellano español
y más todavía el valenciano es tan enredado que poco se entiende. Además ya era
tarde y llegó el frío. En suma fue un fracaso. El turismo cultural sin guía, no
es tal. La última vez fracasé en el Museo del Prado por no querer pagar. Estaba
muy solo y me resultaba ya oneroso. Esperé un rato para formar grupo y
compartir pero nadie apareció
Solo
puedo decir que Valencia es una ciudad con edificios muy clásicos que tienen
por vecinos a edificios retequemodernos; especialmente el Palacio de las Artes.
Aquí se amortiguan mucho los vestigios
de la cultura árabe, pareciera que Valencia fue siempre romana o española.
Llegamos a Barcelona.
Llegué a la bella Barcelona por cuarta
vez el 24 de enero de 2.020, procedente de Valencia. Nos alojaron en un coqueto
hotel de nombre Catalonia 5 o algo así. En verdad dejé
de anotar muchas cosas porque para mí, Barcelona es una ciudad conocida y muy
amada. A la mañana siguiente nuestra Guía de Turismo nos llevó a los sitios
clásicos: la rambla, la avenida Delicias, la Pedrera, casa Batlló de Gaudí en la manzana de la discordia, el templo de la
sagrada familia, el Mont Jui, el puerto, la Barceloneta, la plaza Cataluña,
etc. No obstante tenerlo ya conocido casi todo ello, conocí sitios nuevos,
plazas nuevas, el palacio de la Generalitat y otros sitios..
Barcelona y Gaudí. La
estrella del turismo barcelonés es el Arquitecto Antoni Gaudí. Una personalidad
singular que vivió hace cerca de 300 años y compitió profesionalmente con varios colegas, especialmente
con dos Arquitectos muy prestigiosos de la época. Aquellos eran profesionales muy competentes y creativos,
pero Gaudí, además de eso, era un
artista puro, un genio, y como tal,
incomprendido en su tiempo. Detestaba
las líneas rectas alegando que la naturaleza no produce líneas rectas y que la
arquitectura más allá de su utilitarismo, es un arte y como tal debe seguir a
la naturaleza.
La Sagrada Familia. Su obra magna es la
iglesia de la Sagrada Familia, un templo de tres frontis, con una escena
distinta en cada frente. Creo conocer casi todas las obras de Gaudí y lo admiro
mucho. Aparte de las ya nombradas conozco también el Parque Güell, que lo
visité en mi viaje anterior; incluso conozco una obra de quien fuera su
maestro, un templo que es tenido como obra precursora de las de Gaudí.
Solo
una vez ingresé al interior de la Sagrada Familia y vi las columnas que la
sostienen, semejantes a frondosos
árboles. Según la historia, Gaudí no era pobre pero vivió como tal; llevó una
vida muy austera y antes que dedicarse a ganar dinero con su profesión, la puso
al servicio de la gente y de Dios, evidentemente era religioso y devoto, porque
sin apoyo del Estado ni del Ayuntamiento ni de la jerarquía eclesiástica,
construyó el templo de la Sagrada Familia, que dicho sea de paso hasta hoy se
halla inconclusa y sigue su construcción con fidelidad a los planos de Gaudí. El dinero necesario fue recaudado por un grupo
de ancianitas, viudas y devotas, que recorrían habitualmente la ciudad pidiendo
limosna para que la obra del Maestro no parara, y nunca paró hasta su muerte.
Dios proveyó.
Pero
en una fría noche, el Arquitecto bien enfundado venía caminando hacia su obra,
en donde siempre fijaba domicilio,
cuando fue embestido y arrastrado por un tranvía tirado a mulas. El
cochero lo abandonó allí pensando que se trataba de uno de esos borrachines
(linyeras). A la mañana siguiente la policía levantó el cadáver y los Médicos
dieron la sorpresa: era Gaudí.
En
una de las alas de La Sagrada Familia se reconstruyó la precaria construcción
que Gaudí usaba como vivienda. Cuando construyó el parque Güell su vivienda era
un chalet porque los señores Güell eran miembros
de la nobleza catalana. Bueno, aquí, en su última vivienda yo vi un bulto
colgado de un clavo de madera incrustado en un solero, como se usa en los
ranchos campesinos paraguayos, y pregunté: ¿eso qué es? Y el Guía me contestó:
“es la cena de Gaudí; allí le dejó su nana”. Era un plato con comida, tapado
con otro plato y envuelto en un paño
negro de un metro cuadrado, atada una
punta con la punta contraria y las otras
dos también, atadas en cruz y colgada del clavo de madera. Es el episodio que
más me sobrecogió en aquella visita.
La contribución económica del
artista. Siempre tomo como ejemplo el caso de Gaudí para señalar
la importancia del arte y del artista. Por lo general se lo tiene al artista
como “gente rara” y “poco productiva económicamente”. El caso es que el artista
tarda en hacerse reconocer porque está adelantado a su tiempo. Y no sería
extraño que gane más dinero después de muerto que en vida. Por ejemplo, Gaudí
gana actualmente más de un millón de euros por día, porque son diariamente más
del millón los turistas que pagan un euro para ver el interior de la Sagrada
Familia. Como ya no tiene herederos, ese dinero se lleva el Ayuntamiento o tal vez el Gobierno de la Comunidad de
Cataluña: La Generalitat. Pero cualquiera
que sea
el caso, las instituciones públicas nunca apoyaron a Gaudí.
Un encuentro casual entre
paraguayos. Volviendo a la crónica de mi última
visita a Barcelona, esa tardecita cenamos con dos amigas ocasionales, docentes
uruguayas, interesadas como yo en la cultura catalana, en la rambla de
Barcelona, en medio de la avenida, sobre el part-terre, donde se instalan las
casillas que ofrecen comidas ligeras. Conversábamos en el momento de mirar la
carta de platos para elegir cuando la moza, una bella morena y señora muy
distinguida, me pregunta: disculpe señor, pero de dónde es usted que me tiene
un acento tan familiar. Del Paraguay – le dije- y por si no conociera mi país,
agregué: de allá, de América. Añetépiko. Ajeve nipo ra’e – me
contesta-. Ambos nos emocionamos tanto que las uruguayas quedaron
desconcertadas. Solo las personas que han vivido situaciones semejantes pueden
imaginar la emoción y la alegría que casusa este tipo de encuentros. Yo me
quedé pensando: ¡ Cuánto nos amamos los paraguayos! ¡ Qué fuerte es nuestra identidad cultural y
nuestra solidaridad!
Un encuentro de amigos. Al día siguiente
vagamos de nuevo por la ciudad y a la tardecita vino a buscarme mi amigo Jordi
Millán, un catalán que es mi pariente político
y amigo mío como militante en la lucha por la autonomía, lengua y la cultura de
nuestros pueblos. Él ya había estado en el Paraguay y conoce bastante de
nuestra cultura; y con todos sus defectos, ama al Paraguay y sobre todo a la
paraguaya. Pero estábamos solos y
entonces Jordi invitó a la Dra. Patricia Martínez, Médica paraguaya residente y ejerciendo en Barcelona, colega y
amiga de mi hija Laura y vecina mía en Asunción. Ella vino con su novio y entre
los 4 nos fuimos a la Universidad de Jordi, en cuyo restaurant nos servimos las comidas
más exquisitas y degustamos los mejores vinos catalanes. Fue una noche
memorable.
Una parada en Zaragoza. A
la mañana siguiente, el domingo 26 de enero del 2.020, nuestra comitiva sale de
Barcelona con destino a Madrid. Antes debo destacar que si este circuito resultó
maravilloso para nosotros, gran parte se debe al nuestro chofer y guía, Eduardo
González, madrileño legítimo y gran persona, atento, servicial, respetuoso y
siempre dispuesto a hacer su trabajo de la mejor manera posible ¡Qué gran
persona!
De
regreso a Madrid paramos por dos horas en la ciudad de Zaragoza. Como era poco
lo que uno puede ver en tan poco tiempo, yo me dirigí directamente a la iglesia
catedral con el fin de tomar fotografías, porque vi que era imponente y porque
tenía una leve sospecha. ¿Será esta la de la Virgen del Pilar? Nada más que entrar me topeté con un letrero
que decía algo así como “Colabore con las obras de la Virgen del Pilar”, y eso
me dejó tieso. Efectivamente se confirmó mi sospecha.
Las crónicas del Padre Parras. Sucede que en mi juventud leí un libro de
viajes escrito por Fray Pedro José de Parras, titulado:
DIARIO Y DERROTERO DE SUS VIAJES, escrito entre 1.740 y 1753.
Me
lo habían regalado incluso el libro debido al gran interés que puse en el por
contener la más antigua noticia sobre mi pueblo natal: Yuty. El padre Parras fue
comisionado como “Visitador”, auditor
decimos ahora, para investigar, examinar y evaluar las obras de la Congregación
Franciscana en el Río de la Plata, Córdoba del Tucumán y
Paraguay. Pero él narra los episodios de su viaje incluyendo lo vivido
en la misma España más su travesía marítima, y da noticias de muchísimas
cuestiones útiles. Era natural de la
región de Zaragoza y oficiaba de cura párroco en un pueblito cercano a su
tierra natal. Allí recibió la carta de invitación de una alta personalidad
eclesiástica, gestor de los servicios misionales de la iglesia en América y la
tomó como “un llamado del Señor”. Luego de más aclaraciones, aceptó la misión y se hizo autorizar por el
superior jerárquico, pero como le faltaba aún el permiso del Obispo Diocesano
con sede en Zaragoza, fue para la gran ciudad, alquiló una posada, a tempranas horas fue a escuchar misa y luego
a solicitar la entrevista. El Obispo lo recibió, lo autorizó y le dio muchas
recomendaciones y bendiciones en razón de que tenía que realizar un viaje muy
arriesgado. “Lugo de descansar la siesta –
dice el padre Parras – volví a la
catedral, me puse de hinojos y permanecí de rodillas durante tres horas frente
a la imagen de la Virgen del Pilar; me encomendé a ella, la nombré madrina de
mi viaje y me despedí”.
Esta
anécdota me había impresionado vivamente, sobre todo porque tantas situaciones tuvo que sortear el cura para salvar su vida y
volver a su país sano y salvo; aquello fue casi un milagro. Desde entonces, a
pesar de ser un hombre de poca fe, desgraciadamente, respeto puntillosamente la
fe religiosa de las personas. Creo que al Padre Parras lo salvó su madrina, la
Virgen del Pilar, de todos los peligros que ha corrido y sorteados
exitosamente.
De Villeta a Juty. En aquel viaje fray José de Parras desembarcó en Villeta.
Allí lo esperaban sus hermanos de religión que lo llevaron a galope de caballo
hasta la Reducción de Itá.
Una semana después fue a pernoctar en la estancia de los jesuitas, en Paraguarí;
de allí, siempre a caballo llegó en un día y al galope por miedo a los
indígenas, a Ka’asapá. Allí realizó
su trabajo durante una semana y luego, siempre
a galope de buen caballo llegó en un día a la “Reducción
de Yuty”. Era el año de 1.750. Cruzó el río Pirapó en una pelota
tirada por cuatro indios que nadaban llevando las cuerdas sujetas con los dientes. Una
pelota es un cuero de buey bien secado y unidas con
tientos sus cuatro puntas. Allí se sienta el pasajero con todos sus bártulos y
los hombres hacen navegar el cuero siguiendo un tanto la
corriente impetuosa del río hasta encostarlo en la otra orilla. Así llegó a Yuty este
benemérito varón. En este punto describe
todos los aspectos de mi pueblo, y es la
más antigua documentación confiable que existe sobre Yuty.
Por
si no la tengan todavía imaginada les
digo que la emoción que me embargó en Zaragoza fue porque yo estaba parado en
el mismo sitio donde estaba de rodillas el Padre Parras casi tres siglos atrás,
un hombre que tuvo la temeridad de llegar en aquel tiempo a Yuty,
y allí estaba ahora un Yutyense , admirador de su temeridad
y coraje, pero sobre todo de su fe, de esa fe que le sirvió tanto y de tantas
formas, porque sin esa fe no pudo haber realizado ni la mitad de lo realizado
en medio de tantas precariedades.
Para más y como si fuera poco, en esa catedral
encontré la bandera paraguaya hincada en una de sus columnas y entrelazada con
varias banderas de otros países. Allí
están las fotos que las tomé. Por último, me emocionó ver de nuevo el río Ebro,
tan grande ya en Zaragoza, no como lo había visto en el país vasco, donde nace.
El Ebro es uno de los ríos más largos y más bellos de España.
Llegamos de vuelta a Madrid. En
pocas horas llegamos de vuelta a Madrid y como a todos mis compañeros lo
esperaban en las oficinas de la Agencia de Turismo, los bajamos allí y
Eduardo gastó conmigo su última
gentileza: me llevó hasta la casa de mi hija.
Una familia amiga.
En los días siguientes tomé contacto con una pareja amiga con la cual nos tenemos
grande y recíproco aprecio. Mi paisano el
vasco Iñaki Uriarte y su esposa, mi
compatriota María Gloria González,
natural de Pirivevúi. Nos habíamos conocido aquí en el Paraguay hace
algunos años y ahora los reencontré en Madrid ya con dos hijos: Idoia y Aitor,
niños muy cariñosos y maravillosamente educados; ellos mismos me tomaron como
“abuelo” y cuando Iñaki quiso oponerse yo le dije: no, no, déjalos; ellos me
eligen porque lo necesitan y desde ahora son mis nietos de corazón. Salimos a
cenar y beber, me llevaron a conocer la casa recién comprada. Lo pasamos de
maravilla. Fue un gustazo.
Mi visita a Alcalá de Henares.
Una tarde en que mi agenda quedó en blanco fui a la estación de Atocha, abordé
un tren de cercanías y fui a Alcalá de Henares, el pueblo natal de don Miguel
de Cervantes y Saavedra. Antes ya estuve allí durante dos días y dos noches
acompañando a mi querido amigo y entonces Ministro Secretario de Políticas
Lingüísticas del Paraguay Dr. Carlos Villagra Marsal, su señora esposa Ana
María Carrón y el Lic. Domingo Aguilera.
Fuimos en misión oficial con motivo de la celebración de un aniversario más
de la primera edición de don Quijote.
Recuerdo que el Dr. Villagra Marsal
pronunció una conferencia sobre la vida y obras de Cervantes que dejó
con la boca abierta a los propios españoles. Alguna vez voy a escribir las
crónicas de esa visita a Alcalá.
Esta
vez protagonicé lo que yo llamo “el turismo tonto”. Fui solo, como turista
anónimo y sin guía. Era domingo. La ciudad estaba silenciosa, con escaso
tráfico; disfruté de la plaza de Cervantes y de todo el microcentro. Volví a
ver los restaurantes ya conocidos y elegí el mejor para comer el mejor pescado
de mar con el mejor vino español. Esos son los momentos en que yo siento
compasión por los ricos de mi país que tienen mucho dinero pero cultura de pobre, yo en cambio, no tengo dinero pero vivo la vida con emoción, sin preocupaciones, con alegría y
exquisitez.
De
casualidad encontré la calle denominada Antonio Machado y la recorrí por un
buen trecho, emocionado. Me parecía
escuchar sus palabras en defensa de la dignidad del escritor, y de todo artista,
diciendo a sus compatriotas y a sus
coetáneos: “Al fin,
nada os debo // debeisme cuanto he escrito // A mi trabajo acudo // con mi
dinero pago // la ropa que me viste // y
la mansión que habito // el pan que me
alimenta // y el lecho donde yago”.
Mi regreso.
El 30 de enero del 2.020 llegué de regreso a Asunción y ocho días
después el Coronavirus Covid-19 entró a España como un caballo a la cancha y
azotó primeramente a Madrid. Cuando recibí la información de que fueron
cerrados los colegios de mis nietos quise rescatar a la familia mientras dure
la epidemia, pero sus padres no quisieron salir, ya sabían que el maldito virus
recorrerá el mundo entero y no quedará en
la tierra ningún rincón donde esconderse; entonces prefirieron enfrentar el
peligro en su casa. Días después ya se puso el cerco para los trabajadores de la salud y luego
se extendió para todos. Tuve que sacar fuerzas de flaquezas y le escribí a mi
hija el siguiente texto: “Cuando eras
niña te contaba “quentitos” para dormir. Ahora te cuento una historia para
darte fuerzas. Cuando la guerra civil española se alistaron 7 jóvenes
paraguayos y fueron a luchar por la República. Cuando cayó en batalla el
primero, el poeta hispano-paraguayo Vicente Lamas le dedicó estos versos: “José
Aparicio Gutiérrez// Miliciano guaraní // Miliciano de la raza// Has saldado tú la deuda// que teníamos con España// Don
Quijote no está solo // en los campos de la mancha”. Fuerza hija; a seguir
defendiendo la vida de los españoles. Esta es una guerra contra toda la
humanidad. Hasta la victoria, siempre. Te quiero mucho.