jueves, 8 de marzo de 2012
BRÍGIDO BOGADO, el primer y único poeta indígena del Paraguay
Brígido Bogado, nació en la selva, en la comunidad
indígena de “Arroyo Frazada”, en las proximidades de Colonia Fram, Itapúa, en
1963. Para abordar la obra de Brígido Bogado me veo obligado a repetir lo
apuntado en la introducción de este mismo libro, bajo el título de “Literatura
Guaraní”. Allí decíamos que: “Los que nos hallamos iniciados en el conocimiento
científico de la cultura guaraní sabemos que el pueblo guaraní nunca tuvo
poetas, porque allí cada hombre y cada mujer es creador de su propio canto, de
su propia poesía, de su palabra propia y exclusiva. En la cultura occidental
existen los profesionales de la poesía que nos prestan su palabra, su canto;
ellos nos transfieren sus pensamientos y sentimientos a través de sus obras; y
nosotros las cantamos; a veces nos identificamos con una obra poética, la
asumimos, nos apropiamos de ella porque compartimos el sentimiento del
poeta. Esto no ocurre en la cultura guaraní donde sólo existe un limitado
número de textos poéticos anónimos apropiados por el pueblo, y a partir de allí
cada persona crea su propia canción.
Ellos desconocen el oficio de poeta. Aquellos que sostienen
que en el pasado tuvieron grandes poetas denominados Ñe’ẽpapára o Etiguara desconocen por completo la cultura de los
guaraní; quieren que ésta sea igual a la occidental y a tal efecto le inventan
supuestos poetas. Esta es la causa principal por la cual no aparece en
las parcialidades guaraníticas del Paraguay actual ningún poeta. Brígido Bogado
es el primero y el único poeta indígena hasta ahora y como tal integra esta
galería de 20 poetas contemporáneos en lengua guaraní”. Sin embargo, y para
ceñirnos a la verdad, sus poemas no trasuntan sino en un grado mínimo la
cultura de los guaraní.
Brígido es y se reconoce a sí mismo como Mbya
guaraní; pero su historia personal indica que fue tempranamente
apartado de la cultura de su pueblo. En su infancia fue sustraído de su
familia y de su comunidad tribal, y criado por una familia paraguaya en Colonia
Fram. Ya en su juventud descubrió que no pertenecía a la familia ni a la
sociedad en cuyo seno fue criado y educado. Entonces se apoderó de él la
ansiedad de volver junto a su gente, junto a su pueblo y así lo hizo. Haciendo
un esfuerzo titánico renunció a los privilegios del confort occidental y ensayó
vivir de nuevo como viven los Mbya, en comunidad, sin acumular bienes, en la
selva y sometido a otras reglas de convivencia y de gobierno, que no son las
paraguayas.
Esto ocurrió cuando Brígido era ya educador diplomado,
profesor de escuela, universitario, y su opción ha sido muy meritoria. Volvió
junto a su pueblo para desde allí impulsar el desarrollo de las comunidades
indígenas Mbya en el marco de una identidad propia, indígena, comunitaria,
sustentada en sus propios valores. Brígido manifiesta que allí se siente mejor,
que se ha encontrado a sí mismo y eligió la literatura para interrogarse sobre
el ser, sobre la cultura de los pueblos y el destino del hombre.
Aparentemente la alternancia de culturas que le cupo vivir
le ha creado la angustia que lo llevó hacia la poesía. Porque como se sabe, la
poesía es el puerto donde atracan los buques cargados de sueños, ideales y
utopías, insurgencias y rebeliones causadas por la incomprensión de la cultura
del otro o la discriminación que lleva al marginamiento. Solo el lenguaje
de la poesía es capaz de expresar lo inexpresable que muchas veces anida en el
corazón del hombre.
La proeza emprendida por Brígido es admirable porque cambiar
de cultura no es fácil. La cultura no es una camisa que se pone y se quita,
sino una piel en la cual la persona se encuentra envuelta de modo irremisible.
La definición que más me gusta es aquella que dice: "Cultura es la que nos
queda después de olvidar todo lo aprendido".
Tampoco es fácil comprender la cultura del otro. A
este tema se dedica exclusivamente una de las más importantes ciencias del
hombre: la antropología, definida como la ciencia que nos enseña a identificar
la cultura del otro, a los efectos de comprenderla, única vía por la cual
aprendemos a respetar el derecho a la
otredad o derecho a la alteridad.
Esto es, admitir que el prójimo es distinto y que tiene derecho a ser distinto
de nosotros. Al llegar a este estadio de conciencia recién podemos decir
ante la presencia de una persona que tiene cultura distinta: hay que
dejarla que sea como es; tratemos simplemente de comprenderla, de entender cómo
funciona en el marco de esa cultura que no es la nuestra.
Brígido es un caso de transculturación y re-transculturación
en donde se mezclan dos formas de vida, dos filosofías de vida, dos mundos
culturales vertebrados por códigos diferentes. Como se verá en sus
poemas, Brígido expresa mejor el mundo de su infancia, que aquel que él quiere
expresar; definitivamente no alcanza a penetrar hasta la médula la cultura Mbya
apytere porque le falta una mayor vivencia.
Como anécdota debo anotar aquí que con mucha expectativa
concurrí por los años 2007 o 2008 a un recital poético donde se anunciaba que
estaría leyendo sus poemas un poeta indígena Mbya guaraní. Al
término del recital me acerqué a felicitarlo a Brígido Bogado pero no me
contuve y le manifesté, con mucha sinceridad, que a mi juicio, sus poemas no
trasuntaban enteramente el mundo Mbya. Él me respondió con mayor
sinceridad todavía que, debe ser así, porque estaba apenas en los comienzos de
la reasunción de su cultura propia; que apenas estaba reaprendiendo a ser Mbya
y que se le hacía cuesta arriba.
A pesar de su juventud Brígido ya produjo varios
poemarios, tales como: La tierra y el ser (2005); El
ayer y el hoy, Canto de la tierra (2007); Ayvu’i (en
lengua Mbya, 2009); y Secretos de un lago. Sentimientos de amor… (2010).
Por lo general sus poemarios son bilingües guaraní/castellano y muchas veces a
mí me cuesta establecer cuál es el original, porque las supuestas traducciones
al castellano generalmente tienen mayor vuelo poético que el supuesto original.
Si algo tiene de Mbya la poesía de Brígido Bogado es
la sutileza comunicativa, la delicadeza del lenguaje, la prístina finura.
También tiene mucho de Mbya la profundidad en el
cuestionamiento del estado de las cosas, las reflexiones profundas sobre el ser
y sobre las relaciones interhumanas. En cuanto a la forma, Brígido asume
desde el principio el verso libre que es tan apropiado para el guaraní. Él no
conoce la preceptiva literaria clásica, o conociéndola la elude completamente.
Su poesía estriba en el acento rítmico irregular, en las imágenes, las metáforas
y otras figuras literarias. Pero independientemente de la forma y de los
giros idiomáticos que utiliza, es forzoso apreciar en sus poemas una enorme
carga de contenido cultural y una permanente interrogación sobre la condición
humana. Su producción poética es muy buena, pero lamentablemente es para
consumo de paraguayos y otras personas de cultura occidental. Definitivamente
el pueblo Mbya no asume ni asumirá la bella poesía de Brígido Bogado.
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Pereba
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