martes, 29 de abril de 2014
RUBÉN BAREIRO SAGUIER: PROPULSOR DE LA LENGUA GUARANÍ Y DEL BILINGÜISMO PARAGUAYO
Por Tadeo Zarratea
Conferencia dictada en el acto
de homenaje a RBS
Alianza Francesa, Asunción,
Paraguay. 28-04-14
Kuñakarai ha karaikuéra
peiméva. Tapendepyhare poräite.
No es común en
el Paraguay encontrarse con intelectuales de talla, que toman partido en forma
decidida por la preservación y el uso
del idioma guaraní, y consecuentemente por la permanencia del bilingüismo paraguayo. La postura asumida por Rubén Bareiro Saguier frente
a esta cuestión, ha sido una excepción. Él apostó a favor de ambas lenguas y del
bilingüismo, y como tercer aporte en la apertura de nuevos caminos a la
literatura paraguaya, cultivó, defendió y trabajó por dar identidad al castellano
paraguayo.
La historia de
su proceso de evolución personal para esa toma de conciencia, que concluye en
la asunción de una postura firme y distinta, es poco conocida. Solo se tiene
revelado que su infancia y juventud las vivió en su Villeta natal, en una casa
solariega del núcleo urbano, rodeada de viviendas del pueblo llano. Se sabe que
es nieto de gallegos y españoles de otras regiones y que su apellido proviene
de Barreiro, palabra galega modificada en el Paraguay por algún hecho fortuito.
Es tradicional en el Paraguay que una
familia como ésta use como lengua del hogar la castellana y además prohíba el
uso del guaraní a los niños. Además en aquellas épocas la escuela, el colegio
ni la universidad daban cabida alguna al idioma y a la cultura guaraní. El
resultado normal era axiomático: un profesional adulto que, además de la lengua
castellana, solo pretende aprender otras lenguas europeas, sin ningún interés
por el guaraní y con profundo o moderado rechazo del mismo, y por ello, privado
también del conocimiento de la cultura campesina vertebrada por esa lengua. No sé cómo hizo Rubén para escapar de lo común;
para no ser el resultado buscado y siempre logrado por el sistema educativo. Lo
cierto es que desde la asunción de la postura mencionada demostró mucha coherencia,
madurez y firmeza intelectuales.
Uno puede
aventurarse y decir que fue su tempranero exilio el que lo arrimó a esta
rivera, pero hay indicios y pruebas de que su adhesión a esta corriente de
pensamiento cultural se produjo antes de su primer exilio. Por ello, estamos en condiciones de afirmar
que Rubén tuvo una madurez intelectual casi prematura y una claridad de
pensamiento desde los inicios de su militancia cultural. No obstante, es verdad
que el exilio acentuó en él la convicción de que el idioma guaraní es un
patrimonio intangible de primerísimo valor para el pueblo paraguayo, tanto porque
le permite definir y fijar su identidad cultural como por ser el medio de
comunicación coloquial de la mayoría nacional. A ello debe sumarse el poder de
penetración profunda que tiene esta lengua para bucear en el pensamiento y el
sentimiento del paraguayo, así como lengua hábil para el desarrollo de las
artes del lenguaje e incluso para dar una personalidad estética distinta a la
literatura paraguaya que se da en lengua castellana.
Evidentemente
Rubén abrevó en las fuentes descubiertas por el sabio suizo paraguayo Moisés
Santiago Bertoni, intelectual y científico que inició en el Paraguay la
reivindicación de la persona del indígena, así como de la lengua y la cultura
guaraníes. La corriente de Bertoni fue asumida por una tetralogía de
intelectuales paraguayos integrada por: J. Natalicio González, Narciso R.
Colmán, Manuel Ortiz Guerrero y Leopoldo Ramos Giménez, quienes en las décadas
del 20 y 30 prosiguieron el camino abierto. Colmán intenta recopilar la
cosmogonía guaraní, pero concluye realizando una asimilación a la cosmogonía
judeocristiana. Debe aclararse por ello y para evitar equivocaciones, que Ñande
Ypykuéra no es más que una obra artística literaria que sin ningún
rigor científico recoge fragmentos de la mitología guaraní. Ortiz Guerrero por su parte alega que la “india desnuda / que la selva es su hogar / también
sabe querer / y también sabe soñar”, dos atributos esenciales de la persona
humana que hasta entonces la Iglesia Católica le negaba al indígena. J. Natalicio
González realiza estudios bibliográficos intentando concluir obras científicas,
pero lo traiciona su excesiva admiración por la lengua y la cultura estudiada,
que le hace perder rigor científico. Es así como apareció tímidamente en el
horizonte cultural paraguayo una corriente reivindicadora de la cultura propia,
que viene abriéndose camino trabajosamente frente a la apabullante cultura
oficial monolingüe, discriminante, marginadora y detractora de todas las
expresiones provenientes del mundo guaraní.
Bareiro Saguier
realizó un análisis de las labores desplegadas por este grupo al cual dio en
llamar: “La generación
nacionalista/indigenista del Paraguay”. Señaló varios aciertos como también
los errores cometidos por el grupo, siendo uno de ellos el hecho de no haber
ido hasta las fuentes, hasta el monte, en donde se encontraban los indígenas
guaraní, para estudiar desde allí mismo la cultura de ese pueblo. Dice que el
grupo fue maniqueísta y desinformador porque para cuando entonces ya se había
publicado la obra del etnólogo alemán Kurt
Nimuendajú Unkel, y ellos la
ignoraron. Rubén fue muy lapidario con ellos, porque si bien la obra de Nimuendajú,
“Los
mitos de creación y de destrucción del mundo” estaba publicada, se
hallaba en lengua alemana y su traducción al castellano realizada por el
paraguayo Juan Francisco Recalde fue
muy posterior. Pero es verdad que Bertoni y J. Natalicio González no pudieron
haberlo ignorado. Si Rubén es muy
estricto en su crítica, lo es porque siempre sostuvo que los intelectuales no
tienen derecho al error, habida cuenta que detrás de ellos pueden equivocarse
pueblos enteros. En consonancia con dicho criterio, él tenía mucha seguridad en
sus conocimientos propios. Eso lo
demostró en la Convención Nacional Constituyente de 1992, cuando todos los
convencionales estábamos pendientes de su palabra para aprobar los artículos
constitucionales que declaran al guaraní como lengua cooficial del Estado y que
ordenan la alfabetización del niño en su lengua materna. En esos momentos de decisión suprema,
nuestras dudas fueron despejadas por él, con sus vastos conocimientos y su
proverbial honestidad intelectual. Allí nos
brindó la seguridad necesaria para señalar un nuevo rumbo en la política
cultural del Paraguay.
Rubén no era
hablante eficiente del guaraní. Sin
embargo no creo que haya ignorado una sola palabra del léxico del idioma, aunque
ciertamente tenía dificultades para la comunicación oral. Ayudado por su
multilingüismo en lenguas europeas y el conocimiento de la lingüística,
desentrañó las categorías gramaticales y la estructura sintáctica del idioma
guaraní. Esto le sirvió para enseñar la
lengua en universidades francesas. Allí
también realizó estudios fonológicos de las vocales del guaraní con el
lingüista francés Michel Dessant,
monografía que le publicamos aquí en la revista Ñemitÿ.
En sus últimos años trabajó en el anteproyecto de la Ley de Lenguas y culminó
su militancia como Académico de Número de la Academia de la Lengua Guaraní. Estos
son los servicios que él ha prestado a la lengua.
Su
aporte a la literatura
La
especialidad de Bareiro Saguier era más que la lengua, la literatura, y para el
efecto realizó estudios muy acabados de la obra de León Cadogan. Rubén tomó como obra literaria el Ayvu
Rapyta de Cadogan, señalando que allí se encuentran las expresiones
estéticas más genuinas del pueblo guaraní.
Es posible que tenga razón, pero no comparto dicha postura. Lo tengo dicho y escrito en un libro que anda
por allí, que la oratura sagrada de los pueblos originarios de América está
lejos de ser literatura de ficción en el sentido dado a este género por la
cultura occidental. Sus traducciones de
Cadogan y sus opiniones sobre dichos textos fueron publicados en Caracas bajo
el título de: “Literatura Guaraní del Paraguay”, en 1980; y en segunda
edición, revisada y ampliada, por Servilibro de Asunción, en el 2004.
Su
aporte al bilingüismo
Si el
bilingüismo oral guaraní-castellano antes que separar a los paraguayos, los
une, el bilingüismo literario debe hacer lo mismo. Por eso quiero destacar que
en el mundo de la literatura castellana del Paraguay hay literatos que militan
en el bilingüismo, aun cuando son monolingües o precariamente bilingües. Por
ejemplo, Rubén Bareiro Saguier, con esa diafanidad de conducta que le
caracterizaba, decía a cuantos querían escucharle: “yo lamento no poder
escribir en guaraní porque fui formado en la cultura colonialista; no tengo
capacidad para escribir en esa lengua, pero apoyo con todo fervor a quienes lo
hacen porque es la lengua propia del Paraguay”.
Aportes
al castellano paraguayo
Bareiro
Saguier tiene además el mérito de haber abrazado el castellano
paraguayo en literatura y de haber contribuido en la formación de la
identidad propia de la literatura paraguaya en castellano.
Mario Benedetti afirma: “Todos los relatos
como los poemas de Bareiro Saguier, escritos en castellano, son atravesados por
el trazo linguistico del Guaraní. El
mismo poeta lo reconoce así: la estructura que vertebra los poemas está más
próxima al guaraní que al español. Por otra parte, Bareiro Saguier se sabe un
escritor culturalmente mestizo, pero a partir de esa toma de conciencia, que es
también asunción de identidad, impulsa en su propia obra un desarrollo
literario de ese mestizaje. La
consecuencia de esa actitud es que el guaraní no se infiltra en su castellano
solo como lengua; trae consigo además todos los mitos, bestiarios, leyendas,
que constituyen su apoyatura natural”.
Roa Bastos por su parta afirma: “Rubén
Bareiro Saguier completó, por decirlo así, este proceso de incorporación del
venero subyacente del habla guaraní en las formas de la lengua culta”.
Concluimos con esta opinión de Orlando
Jimeno-Grendi sobre Bareiro Saguier que dice: “En la fértil mirada de
Rubén germina la semilla de la frase. Rubén escribe e inscribe, describe y
descrivive su poesía y su prosa en una relación biunívoca de correspondencias
temáticas, fino estambre de isotopías nutridas por ese rumor lingüístico
materno que circula, linfa vital, insuflando a la frase española paterna,
sabia, sabor y saber. La tierra mental de Rubén es su tierra natal con la cual
evidencia su condición de paraguayo, sus dos hemisferios lingüísticos y
afectivos, esa conciliación de la bipolaridad mestiza en un acto de creatividad
irredenta e inmediata”.
Néi, che ryke’y. Ne ängue omyenyhë ko koty guasu, ko pyharépe,
ha che añesupehë ha ajerojy ne renondépe.
Aguyje.
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