lunes, 9 de abril de 2012
Entrevista a Carlos Villagra Marsal y Tadeo Zarratea (Parte II)
Salir a escuchar qué palabras
nuevas inventó el pueblo
En esta segunda y última parte
de la entrevista los doctores Carlos Villagra Marsal y Tadeo Zarratea explican cuál
es la forma correcta de incorporar nuevas palabras al guaraní y también exponen
criterios sobre el castellano paraguayo. Rechazan la creación de vocablos de
manera artificial en los gabinetes y aseguran que la mejor forma de sumar
vocablos es salir a escuchar qué palabras nuevas utiliza el pueblo. “Las
palabras antes de ingresar al diccionario deben tener sanción de uso”.
Definitivamente no la deben inventar los “expertos en guaraní”, sino los
estudiantes, futbolistas, camioneros...
– ¿Cómo se puede evitar la
invención de nuevas palabras en la era actual?
–Villagra Marsal.
Se tiene que cambiar totalmente el mecanismo, la metodología de la
revitalización de la lengua. Hay que hacer como los catalanes: salir a escuchar
qué palabras nuevas inventó el pueblo. Ningún valor tiene la palabra que yo
puedo inventar en gabinete. Para ingresar al diccionario el vocablo tiene que
tener sanción de uso. Esto significa que esa palabra la usa algún sector de la
población. Si nadie la emplea no puede ingresar al diccionario. Esa palabra
nueva generalmente es inventada por estudiantes universitarios, futbolistas,
camioneros. El pueblo es el que recrea su propia lengua.
– ¿Puede darnos ejemplos de
palabras inventadas espontáneamente?
–VM.
“Che kape, che kapelu” dicen los transportistas que viene, según se dice, de
“capanga” nombre del sustituto. Eso se puede generalizar porque el pueblo paraguayo
lo entiende perfectamente. No la inventó un profesor de guaraní entre cuatro
paredes, sino los choferes de colectivos. También hay palabras inventadas por
poetas, por ejemplo “guarania”. Guarania fue una palabra usada por primera vez
por Guillermo Molinas Rolón, poeta, en el sentido en que designa una zona
geográfica coherente. Es como decir Iberia, Birmania. Ese es el sentido inicial
de la palabra guarania.
– ¿Estas también son
neologismos?
–
Incluso hay neologismos que van desapareciendo. Por ejemplo hace 40 o 50 años,
en vez de “che kompi o che irû”, se decía “che uru”. Eso viene de los yerbales.
Emiliano R. Fernández, por ejemplo, en “13 Tuyutí” usa una palabra muy común
durante toda la guerra e incluso posterior –y que empezó probablemente a usarse
durante la contienda: “los mbutu”, en vez de “lo mitã”. “Los mbutu okopi” se
usaba para decir “las moscas”. Es bastante gráfico: “los soldados que se están
arremolinando”, pero ya desapareció. Ahora hay modismos o palabras nuevas como
“amóntema”. Eso ya está consagrado por el pueblo: “allá nomás”, como frase
lingüística y se debe adoptar.
– ¿Cuál puede ser una palabra
inventada en gabinete?
– Tadeo Zarratea.
Un invento de gabinete es la palabra “angirû”, que viene de “ánga” (alma) e
“irû” (compañero). Significa: “compañero del alma”. Se presentó al pueblo hace
40 años y se difundió a través del sistema educativo, pero la gente no la asimiló
por un defecto esencial, y es que sublimiza la amistad. Compañeros del alma
pueden ser muy pocos. Muchos amigos nuestros están en las cárceles y no podemos
decir que ya no son amigos por eso. Muchos son delincuentes que no están
presos, pero son nuestros amigos. La amistad es una palabra genérica muy amplia
que abarca una gama inmensa de situaciones y la palabra “angirû” se tiene que reservar para
dos o tres casos muy específicos. Una palabra así inventada no funciona.
Tenemos que dejar que el pueblo diga según el caso: “che kape, che dúki, che
kíli, che kapelu, che kuáte...”, para definir los grados de amistad.
– ¿Cuántas palabras inventadas
en gabinete existen en el guaraní de hoy?
–TZ.
El cuaderno de los estudiantes está
lleno y es lo que queremos extirpar del sistema educativo. Con esas palabras no
se puede preservar el idioma. Lo que el Paraguay necesita es un trabajo de
investigación de campo. Estudiar, determinar cómo está hablando el paraguayo,
su guaraní hoy. Por eso la Dirección General de Investigación Lingüística deberá investigar el guaraní paraguayo y el castellano paraguayo.
– ¿Es posible hacer eso?
– VM.
Personalmente voy a encarar esa investigación sobre el origen del castellano
paraguayo para ver cuáles son las fuentes concretas de esa lengua que tiene una
personalidad propia y se distingue de todos los castellanos hablados en otras
partes. Este castellano paraguayo, muy por el contrario de lo que se cree,
influye extraordinariamente en el castellano argentino rural. La palabra
“flete” para designar caballo nació en el Paraguay y no en la Argentina.
– Mucha gente cree que es al
revés, que nos vienen de la Argentina los vocablos.
– VM.
Hay que leer el “Facundo” y “Una excursión a los indios ranqueles” (1870), del
General Lucio V. Mansilla, para ver la gran cantidad de castellano paraguayo
que pasó a la Argentina. Es que primero aquí hubo vacas y caballos, acá primero
hubo ganadería con las siete vacas y un toro que trajo el adelantado Alvar
Núñez Cabeza de Vaca en 1542. Otro ejemplo, el verbo “pucherear”, que usan
Mansilla y Sarmiento, también es paraguayo.
– ¿Están en el castellano
paraguayo?
– VM.
Mi tesis es que ese castellano está basado en el dialecto andaluz del siglo XVI
e incluso en el dialecto carcelario. El 90% de los europeos que vinieron a
América en el principio eran andaluces. Los capitanes eran vascos, extremeños,
castellanos, algunos asturianos, pero la chusma ( tanto la tripulación como
al colono, el que venía a instalarse) eran andaluces pobres. Al comienzo nadie
quería venir a América durante unos 40 ó 50 años hasta que llegó la noticia del
oro de los incas en 1534. Imagínese, 42 años después, una generación y media después recién vino otra gente. ¿Qué hacían antes? Lo tomaban preso a un borrachín en el
Puerto de Palos o en Huelva hasta que se prohíbió que se leven convictos y gente
que estaba en las cárceles.
– ¿Entre los primeros
pobladores del Paraguay ha habido algún noble?
– VM.
Sí, llegaron con don Pedro de Mendoza, que fue una armada digna de un César,
2.500 personas en donde realmente vino gente noble, pero la chusma, el que habla, ese pueblo que habla el idioma del arenal de Sevilla, como
le llamaban a un famoso barrio a orillas del Guadalquivir, donde se juntaban los
delincuentes, los zaperos y cosas por el estilo... Imagínese que palabras que
ni los españoles conocían pasan a ser parte primero del castellano paraguayo y
después del castellano del Río de la Plata. La palabra “cuatrero”, como ladrón
de ganado, no se conocía en España en el siglo XVI, solamente en la cárcel.
Está en las “Novelas Ejemplares” de Cervantes que transcurre en la cárcel de
Sevilla donde él estuvo.
–TZ.
A ese dialecto andaluz inicial se le incrustaron también palabras del guaraní y
eso hace que el castellano paraguayo de hoy, cinco siglos después, sea tan
diferente a todos los castellanos del mundo.
– ¿En qué sentido?
TZ.
El castellano paraguayo tiene su personalidad propia, se distingue perfectamente
a un hablante aunque no use ningún morfema del guaraní como un “...piko, pio,
tepa”. El que habla sin ninguna de esas mezclas, tampoco puede ocultar su
dialecto guaraní paraguayo porque habla un idioma sincopado. El paraguayo dice una
palabra y para, dice otra y para, va cortando la palabra hablada. El castellano
paraguayo es el único castellano sincopado del mundo. Entonces es un dialecto
propio del Paraguay y lo debe asumir como signo de su identidad.
–Pero lo que más nos identifica
es el guaraní...
– VM.
Fundamentalmente el anclaje de nuestra identidad nacional es el guaraní. El
español es nuestra lengua de comunicación con el mundo, pero el guaraní es el
que da una cosmovisión, una manera de ordenar el mundo y nosotros tenemos la
riqueza y el privilegio de tener dos cosmovisiones. No una sola y eso hay que
preservar.
La Academia Guaraní y el
diccionario
La
labor prioritaria de la Secretaría de Políticas Lingüísticas será la creación
de la Academia de la Lengua Guaraní. Es la que va a estudiar todo este tema y elaborar el Diccionario oficial de la Lengua Guaraní, así como existe un Diccionario de la
Real Academia Española o de la Francesa. Villagra Marsal menciona que existen muchos
diccionarios de guaraní, e incluso puede ser considerado como diccionario el Catecismo
del Padre Bolaños, pero fundamentalmente como diccionario el primero que fue conocido es el Arte y Vocabulario de la Lengua Guaraní del padre Ruiz de Montoya,
del año 1640.
Fuente: Diario ABC del día domingo 8 de abril de 2012, página 34. En su versión digital aquí.
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El Gran maestro Carlos Villagra Marsal !!Ojalá pudiésemos tenerlo para siempre entre nosotros, Che mopirimba !! Personalmente creo que a personas ilustres, brillantes como él se le debería hacer homenaje en vida, En verdad que, cuando fue mi maestro de Literatura Paraguaya en la Facultad de Filosofía allá por los años 90, pude dimensionar el valor de este héroe de nuestra patria; lleva armas a la guerra, armas de pluma y tinta, Y usted también, Dr, gracias por su dedicación y contribución a la Cultura Paraguaya.
ResponderEliminarPersonalmente, estoy de acuerdo sólo parcialmente. En el castellano que hablamos, así como en otras lenguas, hay una infinidad de palabras técnicas referentes a diferentes campos del conocimiento. La mayoría de ellas no las utilizan los hablantes en el día a día. Sin embargo, gracias a la educación y a la especialización en alguna área del conocimiento se va extendiendo el uso de ciertos vocablos en el ámbito profesional. No generar con responsabilidad nombres para lo nuevo que va apareciendo significará prestar todos estos vocablos de otras lenguas. Aún así estoy de acuerdo con estos profesores en que se debe escuchar al pueblo, sobretodo para recopilar el guaraní que se habla. Basta conocer otros idiomas para darse cuenta de que en ellos también hay neologismos ya sea por calco o por creación.
ResponderEliminarYo pienso que el problema no es sólo la falta de unificación de los criterios para la ampliación del léxico guaraní, sino también el escaso espacio que tiene en los medios de comunicación un guaraní "formal", "serio" que trate temas que se suelen abordar en español, como por ejemplo las noticias.
Los medios de comunicación tienen mucha influencia en el vocabulario de la gente, y es por ello que es una pena que actualmente se dediquen a desinformar y a difundir amarillismo y farándula barata. Los paraguayos hablamos cada vez peor y nuestro vocabulario se va empobreciendo, no sólo en guaraní sino también en español. La televisión debería tener no sólo espacios de entretenimiento, sino también espacios educativos e informativos imparciales. Actualmente no se puede hablar, a mi parecer, de una "ética profesional" sobretodo en la televisión y en los medios impresos de mayor difusión. Estamos aún lejos de la responsabilidad social.
Vuelvo al tema de los neologismos, los guaraníes de Bolivia consiguieron utilizar los números en guaraní, gracias a la educación y a que los medios de comunicación en dichas comunidades (el lenguaje oral) contribuyeron a afianzar dicho conocimiento. Bolivia está teniendo actualmente un desarrollo interesante respecto a la interculturalidad. Paraguay no debería ser la excepción.
"Guarani serio" no significa necesariamente "aburrimiento", como bien sabemos, no existe cosa aburrida que no se pueda volver interesante según cómo la narremos, y para el guaraní es justamente la oratoria un pilar importante de la lengua. Esto se puede aplicar también a los contenidos "educativos". Si no fuese así no estaría tan difundido el inglés, idioma que lleva la delantera en estrategias de enseñanza y difusión.
Me gustaría comentar algo más, hace unos años me encontré con una novela escrita por Tadeo Zarratea llamada "Kalaíto Pombéro", obra que considero una "joya" de la literatura guaraní en prosa, que de por sí es muy escasa. Esta obra me sorprendió no sólo por el contenido, sino también por la expresividad con que se van narrando los hechos en un guaraní puro, en el que se incluye también el hablar del pueblo. Tuve que leerla con mis abuelos para poder apreciarla a cabalidad.
Si las nuevas generaciones no escuchamos variedad en el vocabulario guaraní, cómo quieren que sepamos hablarlo correctamente?
No considero a los neologismos un problema (ya sean vocablos de élite o espontáneos del pueblo), al contrario los considero una oportunidad. Enseñar "jehe'a" sólo porque así se habla en la ciudad significaría rendirse a la ignorancia, y la educación no es para quedarnos en el molde, al contrario es una puerta para expandir nuestro horizonte.